Recorrí un centímetro de tu piel, y ya creía que tenía tu cuerpo, ¡pero ni tan siquiera tú, notaste mi dedo en tu pelo!
Encontraste un camino abierto en la puerta de los infiernos, para demostrar mi destierro al sueño de los eternos. Y ,sin embargo, viste una hermosa escalera hacia al cielo, cuando te mostré mi recelo.
Juntos fuimos secreto del desvelo ante la enorme suerte de seguir viviendo. ¡No calles! y admira el extraño roce de nuestros pechos desnudos, pues cada vez que estos se juntan, forman una perfecta orquesta afinada, cuyos acordes describen el ritmo de nuestros corazones, cuando se hacen uno.
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