jueves, 29 de diciembre de 2016

Florecita de Primavera

Florecita de Primavera





Florecita de primavera, 
que naces de la tierra para que todos te vean,
hermosa y coqueta como la sorpresa de una quimera.

No tardes en pensar, que la vida no se hace esperar, florece sobre la hierba, para más tardar, que tu esencia es aroma fresca, que se hace de rogar.


Florecita de primavera,
deja que tus hojas toquen el tallo del mediodía,
e iluminen con tu canción, la noche tardía.






martes, 27 de diciembre de 2016

La Guerra está en el Cielo

La guerra está en el cielo



"Vi subir una luz al cielo, quedé cegada por su naturaleza mecánica, su calor parecía llegar a las extremidades de mis dedos, mi cuerpo respondía a su ligero movimiento, que se ralentizaba a cada instante que pasaba, debido a la distancia que nos separaba. Queda quieta, pensaba. Queda quieta, pues puede que te queme esa llama."





Poco se ha hablado de los cohetes espaciales, esas luces cegadoras, que suben al espacio en busca de un no sé qué concreto para los mortales ciudadanos, que cómo pasmarotes, nos quedamos mirando a ese aparato llamado televisor, haciendo nuestro el sueño del pasajero, ese de convertirse a través del viaje espacial, en alguien sumamente apreciado. Porque ¿quién desprecia a un cosmonauta? No sé nada de las vidas de estas personas, pero tan sólo pensar en esa candidez  humana, que les empuja a subir a ese cohete espacial para conquistar la luna, el universo, o nuestro mundo simplemente,  nos hace a todos pensar que son pequeños héroes. Importantes personajes que han subido, para salvaguardar y modernizar nuestras vidas.

Por favor hagan una encuesta, y díganme, quién considera a un cosmonauta, mala persona, es imposible. Da lo mismo lo que haya costado el proyecto, da lo mismo que se estrellen, o se chamusquen a mitad de su camino espacial. Sólo con verles subir a ese trasto, ya emociona, y lo que pase después... pues buena o mala suerte, qué le vamos hacer. "Una mata de millones que no ha echado", cómo dicen en mi tierra.  

Pero, ¿y esos millonarios que suben como turistas espaciales? Millonarios sin duda ¿Qué pensamos de ellos? ¿Qué son héroes? ¿qué son maravillosos por subir a un cohete espacial? ¿Qué son buenos partidos? Lectora o lector te he pillado, disculpa disimularé. Aquí, sin embargo ya se produce una desunión de la palabra héroe, persona ejemplar, de mito, con esa misma imagen, con ese mismo concepto de ver subir  al honorable al cielo.

Y me pregunto ¿por qué subir a un millonario al cielo? para huir de Hacienda, no creo. Estoy segura que tienen ya una Agencia Tributaria en la Luna ¿Para un escarceo amoroso en el espacio, llevando para ello un tarro de miel?  Simplemente pensarlo, la imaginación invade mi mano que escribe, pero sinceramente pienso que no. ¿Negocios? de los más secretos, supongo... Pero si es millonario ¿qué esperaban? ¿qué se iba a poner a jugar al golf, aprovechando que hay agujeros en la Luna, y qué él paseaba por ahí?

Todo el mundo habla del cielo, cómo salvación de una esperanza humana no cierta ni resulta a lo largo de los siglos. Pero si viéramos la realidad, ya no veríamos al cielo como nuestro salvador, sino como un gran almacén militar de trastos de acero, todos ellos con dueño, sin duda. Sin duda la guerra está en el cielo.

Ahora se quiere conquistar el sol, y tal vez a nadie le importa, a no ser que éste viva ya en la Tierra. Lectora te he pillado otra vez, disculpa disimularé nuevamente. Pero a mí sí que me inquieta este tema, me hace plantearme situaciones futuras no gratas para el devenir de nuestro planeta, espero que nadie me juzgue como ser negativo, por favor. 

Pero haciendo gala de la filosofía de las películas futuristas, que tantos buenos y malos ratos nos han hecho pasar y disfrutar, sin movernos de este Planeta, la imaginación despega su encanto menos grato, e imagino al Sol apagarse, lentamente, cómo cualquier aparato obsoleto que deja de tener vida. Pero no se preocupen, porque seguro que habrá un Coach que nos va a preparar para ello. Ah! lectora y lector sigo disimulando para el bien de todos.



(Gracias a todos aquellos, que durante este año que se acaba, me han ayudando a ser mejor de lo que era)
PACIENCIA HIJOS MÍOS, PACIENCIA, LA LUNA NO SE CONQUISTÓ EN UN SOLO DÍA




domingo, 18 de diciembre de 2016

EL CIELO NO ENCUENTRA CONSUELO ANTE TANTA ESTUPIDEZ


El cielo se hunde porque no encuentra consuelo,
la gente se esconde porque no encuentra respuesta al cielo.

Sal a la calle, y mira tu cielo ¿qué ves? Leña de viento.
El viento sopla un instante, para quedarse quieto. Deja
paso a la lluvia y se quita el sombrero.

Todo está ganado, si no brindas desconsuelo,
todo está perdido, si ganas la leña del suelo roto por el viento.
Pero qué eso, no te haga caer, aunque el suelo desaparezca en tus pies.

La lluvia cura heridas, si la dejas que sane la arteria de la vida.
Un juicio paralelo al nuestro, ha sido el que a puesto freno, a tanto
tormento.

Ya era hora de que el humano, se postre a su reino. Equilibrio de naturaleza,
y fuerza de pensamiento.


Brinda Navidad en estas letras, o vete con tu guerra fuera de ellas.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Tú eres el premio, Alicia

 Santander. Otoño de 1985.

La joven Elena miraba absorta al horizonte. Sus grandes ojos grises, sólo podían ver el azul del océano. Su piso estaba orientado hacia el mar. El balcón era lo suficientemente amplio, como para poder relajarse tumbada, leyendo en las frías tardes de invierno. Vivía sola, pero el apartamento refutaba esa libertad, que proporciona la calidez de una familia bien allegada ¡Demasiados trastos, tal vez! ¡pero, es que quiero tener presente tantos recuerdos cómo me sea posible! pensaba Elena, sugestionándose ella misma.

Efectivamente el apartamento era desde la entrada, hasta su habitación un esquema de su vida. Viajes, conciertos, huelgas estudiantiles, encuentros, títulos académicos... etc. Todas las noches Elena, mientras tomaba una taza de manzanilla con miel en su balcón, lanzaba una piedra al mar, haciendo recuento de todos aquellos huecos de pared que le quedaban por rellenar.

Todas las mañanas, camino al trabajo, recogía del suelo una pequeña piedra. Mientras iba caminando, hacía de la piedra, el más valioso compañero de viaje, y le contaba todo aquello de lo que se espera de un día. Por la noche, salía al balcón y la lanzaba al aire, cayendo al mar. La lanzaba con la rabia de un Tristán, con gesto de juicio ruinoso, por haber tenido que sentenciar unos minutos antes, el destino de aquél transitorio amuleto, que no le había ayudado en tan pretencioso empeño, de poder conseguir transformar su día vulgar, en un éxito.

Elena trabajaba en un hospital como psicóloga. Sólo hacía tres años que había terminado la carrera, pero su excelente expediente académico, hizo que enseguida le dieran un puesto de responsabilidad, ganándose el respeto de todos sus compañeros. Estaba rodeada de muerte, en el bailar de los pasos de sus pacientes. Elena se encargaba de proporcionar ayuda a aquellos enfermos terminales, que se encontraban solos. Aquellos que no tenían a nadie para hacerse cargos de ellos.

De todos aquellos pacientes, Elena le tomó especial cariño a una señora, que había estado aparentemente toda la vida sola. La señora se llamaba Lola. Era morena, menudita y delgaducha. De aspecto sufrido. Ésta había sido escritora en su juventud. Después consiguió una plaza de maestra en un pueblecito de Ávila. La señora tenía unos 69 años, pero por la precaria vida llevada, su cuerpo parecía no responder a la vitalidad mínima exigida, como para poder continuar con la vida. Nadie lograba encontrar el por qué. Elena, muchas noches en su balcón, pensaba en Lola, y en la posibilidad de poder todavía recuperarla, para buscarle un destino distinto al de una muerte inminente.  

Lola era una persona afable, pero muy reservada. Un día le dio un paseo con la silla de ruedas, por el hospital. Al llegar a la sala de espera de la tercera planta, se encontraron con un paciente, cuya palidez y delgadez, hacían que su imagen se desdibujara con el reflejo de las cortinas de color camel.
Lola le preguntó a Elena por la enfermedad de ese chico. Elena se agachó y le dijo al oído, que ese chico, tenía SIDA. Lola no sabía lo que era el SIDA, así que Elena, no tuvo ,más remedio, que explicárselo. Para ello, se la llevó a otra sala, y le puso un vídeo sobre la enfermedad. Fue en ese momento, cuando Elena se dio cuenta de la clase de educación que había recibido Lola. Estricta sin duda, y de altos valores cristianos. Al terminar el vídeo Lola quedó agotada, y Elena tuvo que llevársela rápidamente a la habitación.

Al día siguiente, Lola no quiso comer. Su actitud cambió radicalmente. Elena no podía comprender lo que le estaba pasando a Lola. Ésta se volvió irascible y distante. Elena, se frustraba, porque ya no contaba con los recursos suficientes, cómo para poder ejercer algún tipo de influencia en Lola.  Así que decidió llamar a una colega suya, Alicia. Alicia era una monja joven, con unas arraigadas ideologías de izquierdas. Una buena persona sin duda, con un alto compromiso con la sociedad. Elena la llamaba con cierto sarcasmo, Alícia, la monja comunista. A Alicia le hacía gracia tal apodo. Siempre estaba dispuesta a luchar por las causas perdidas. Elena y Alicia habían participado en numerosas manifestaciones, en su etapa estudiantil. Cada vez que se juntaban, hacían recuento de todas las manifestaciones en las que habían participado, presumiendo de forma orgullosa, de esa lucha incansable. La vocación de Alicia era indiscutible. No conoció persona que quisiera tanto a Dios como ella. Sin duda Alicia y Lola compartían ese mismo sentimiento.

Elena llamó a Alicia una tarde, con la excusa de enseñarle las fotos del viaje a Tetuan. Evidentemente, ya tenía una foto colgada en la pared, de ellas dos vestidas con unas chilabas, blancas y doradas. También le habló de Lola. A las dos horas, ya estaba Alicia, en su portón. Y a las tres horas, se estaban estrechando en un largo abrazo, dónde Alicia intentaba tranquilizar a Elena, haciéndole ver, que ya no debía preocuparse más de ese asunto, pues ahora era ella quién iba hacerse cargo de Lola, dada su convicción católica.

Una tarde, tras la muerte de un paciente, Elena salió corriendo del hospital, con tanta premura, que no se quitó ni el uniforme del hospital. No se detuvo ni un instante hasta llegar al balcón de su casa. Estando allí, introdujo su mano en el bolsillo, sacó una piedra, lanzándola al horizonte con la rabia, que guardamos en nuestros adentros durante mucho tiempo, por ser víctimas precisamente del timo de nuestro propio tiempo, sin percatarse que aún era de día,  con tal suerte, que le fue a dar a la cabeza de una mujer, aparentemente mayor, que estaba buceando por esa misma zona. Al verle salir sangre de la cabeza, Elena se asustó, y sin pensárselo fue a socorrerla. Estando ya abajo, Elena observaba con cuidado los ademanes de aquella señora, para poder hacer, un cálculo mental de las probabilidades de una futura denuncia. A la señora, por cierto, no parecía importarle tal situación, pues al salir del agua, no abandonó, en ningún momento, cierta pose de modelo de alta costura. Elena también se percató, de que al bajar con tanta prisa, que se le habían olvidado llaves de su piso, y que por lo tanto, debía tener presente el llamar más tarde a un cerrajero.

La mujer escalabrada tenía unos 73 años de edad, y se llamaba Matilde. Claramente sus rasgos eran árabes. Tenía el pelo moreno y la tez bronceada. Llevaba en sus manos dos aletas y un tubo de bucear. Al encontrarse cara a cara con ella, Elena, se quedó paralizada, volviendo a pensar en todas las consecuencias que podía acarrearle aquel accidente. La mujer pareció darse cuenta, y extendió su brazo hacía ella, le abrió la mano, y le dio la piedra. Elena inmediatamente reaccionó al tocar la piedra ensangrentada, y la guardó  en su bolsillo derecho, y sin mediar palabra, arrastró a Matilde a la parada de taxis más cercana. Pidió un taxi y las dos se subieron.

Ya estando dentro del taxi, Elena se presentó a Matilde. Y acto seguido se acercó al taxista, para decirle que le iba a compensar por dejarlas subir a su taxi, en esas condiciones tan precarias. Le dio la dirección del hospital donde ella trabajaba. La sangre no cesaba de brotar. La anciana tiritaba de frío porque estaba aún empapada. La mujer preguntó por su bolsa de baño, para poder coger una toalla, pero Elena, con las prisas, no se fijó en la bolsa de baño. No tardaron los asientos en humedecerse, con agua de mar y sangre, desprendiendo un olor a brisa de pesca mercante.

Matilde le explicó a Elena que era de Túnez. Le comentó que estaba viuda, y que tenía un hijo en Alemania, al que no veía, desde hacía unos ocho años. La pose de modelo de Matilde, se detuvo por un momento, al intentar recordar ésta el teléfono de su hijo. Después volvió a recobrar otra vez, ese mismo gesto de complacencia, que adquirió cuando extendió, por primera vez, su mano hacía Elena.

Al llegar al hospital, Elena buscó a Alicia, qué afortunadamente estaba tratando a Lola. Corrió hacia ella, y dándole un pequeño empujón a Lola, se fundió en un fuerte abrazo con Alicia, explicándole todo lo que había sucedido en esa tarde. La explicación fue tan acelerada que Alicia no lograba enlazar el principio con el fin. Hasta que al final Alicia decidió a bajar ella misma, y encontrar una explicación a toda esa madeja de palabras. Por un momento, Alicia miraba a Elena sorprendida, pensando, cómo esa niña tan asustadiza, a la cuál tenía delante, en ese mismo momento, y que se disponía a dar los datos de Matilde a una enfermera para su ingreso, podía ser una de las mejores psicólogas de España.

Alícia bajó a la puerta de urgencias, buscó el taxi, se acercó sacando dinero de su cartera, y pagó al taxista. Éste se fue refunfuñando, pues pensaba que la cantidad de dinero que iba a cobrar iba a ser mayor. Alicia cogió a Matilde del brazo, tranquilizándola. Matilde no dejó de preguntar por Elena.  Alicia se percató enseguida de los aires distinguidos que envolvían a Matilde, y con una indicación ingenuamente severa, Alicia consiguió que Matilde se tumbara en una camilla. Cuando ya estaba tumbada, se dispuso a subirla a planta, para llevarla con la mayor discreción junto con Elena.

Elena estaba sentada en el hall esperando con impaciencia a Alicia. De repente se abrió el ascensor, y vio a Alicia y a Matilde, qué conversaban tranquilamente sobre el tiempo de la ciudad. Elena se acercó apresuradamente a Alicia, y le explicó la situación de Matilde. Alicia titubeó, y después, con un gesto de alegría contenida, le comentó a Elena que ordenara ingresar a Matilde en la misma habitación en la que estaba Lola. Elena, sin poder pensar, ordenó a la enfermera que le dieran a Matilde la habitación 512.

Elena exhausta se dirigió hacia Alicia, y le suplicó qué por favor, si había pensando bien en lo que se iba a proceder a hacer. Alicia sonriente, le pidió que confiara en los designios de Dios.- Es solamente intuición, Elena-, decía Alícia.- ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿qué no se lleven bien? Se supone que son enfermos terminales. Lola no está tan mal. No sé ni siquiera, cómo  la han podido ingresar en esta planta. Déjalas un tiempo juntas, mujer ¡qué no va a pasar nada!-

Durante la primera semana, Lola y Matilde no mediaron palabra. Al pasar dos semana, Matilde, empezó a quejarse, una madrugada, de un dolor que le provenía del oído. Lola preocupada al ver, que ninguna enfermera venía a ayudar a Matilde, se levantó, y se acercó hacia ella, y sacó de su bolsillo una pastilla roja, que siempre llevaba para el dolor, poniéndola en la boca de Matilde. Las dos se quedaron mirándose fijamente. Fue entonces cuando Matilde cogió la mano de Lola, con una suavidad, que hizo enrojecer a ésta.

A la mañana siguiente, Lola y Matilde no cesaban de hacerse guiños. En uno de esos guiños, entró Alicia en la habitación, por lo que no tardó en percatarse de lo que estaba sucediendo. Alicia no quiso comentarle nada a Elena. Trató el tema con la mayor discreción, ayudando a Lola y Matilde a superar barreras.

Una vez, Lola le contó a Alicia, que siendo ella niña, su madre la sorprendió acariciando a su prima. Inmediatamente la madre la repudió, y  a la edad de doce años, la internó en un colegio que había dentro de un convento, olvidándose de ella. Las únicas noticias que le llegaban de su madre, era gracias, a los sobres que todos los meses, la madre entregaba a las monjas, para sus cuidados.

La historia de Matilde fue diferente. Matilde provenía de una familia acomodada. Su vida era dichosa, y su matrimonio era prácticamente perfecto. Al cumplir ella cincuenta y nueve años, su felicidad se truncó, por la muerte de su marido. A partir de ese momento, Matilde murió también como mujer.

Alicia, tras conocer sus vidas, y para que pudieran seguir adelante con la nueva vida que les esperaba, intentaba hacerles asimilar, que debían tomar conciencia de que habían sido victimas, de lo que ella denominaba "la costra de la sociedad".  Ellas mismas, al tomar una actitud pasiva ante la vida, estaban provocando su propia muerte. -¡La espera! ¡la famosa espera! Suspiraba Alicia. La espera a la nada. La espera ¿a qué? ¿esperar a qué un rostro se tape, se difumine, se cubra por la capa de parches de una sociedad  cambiante, que  expulsa a cualquiera que no tenga una capacidad rápida de adaptación a ella? Es la capa de la nada, la que os estaba cubriendo. Si hubieseis seguido con vuestra actitud anterior, hubierais desaparecido de esta sociedad, cómo si no hubieseis existido nunca ¿es qué no lo entendéis? - Así terminaba Alicia todas sus sesiones, dónde Lola y Matilde agachaban su cabeza, sin poder hacer objeción alguna.

Al mes de compartir habitación, ya fluía una conversación totalmente nítida y espontánea entre Lola y Matilde. Y  a los dos meses sonó un primer beso. Y al tercer mes el enamoramiento. Al cuarto, el alta del hospital. Y al año, las dos se fueron a vivir juntas a Ávila, con la ayuda de Alicia. Las dos gozaron de una salud espléndida hasta su muerte. Vivieron juntas  diecinueve años. A los ochenta y nueve años murió Lola, con una enorme sonrisa. Matilde duró un año más. El justo para arreglar papeles, y realizar unas cuantas gestiones, qué cómo bien decía ella, -"qué para irse al otro mundo, hace primero falta, cerrar las cuentas de éste."-

Elena jamás se enteró, de la relación que mantenían Lola y Matilde. No tuvo ni una sola sospecha. La primera vez que le entregaron un premio
a Elena, por su labor profesional, Alicia invitó a Lola y Matilde. Las tres no podían dejar de reír para sus adentros, cuando los colegas de profesión de Elena alababan con micrófono abierto, la gran audacia de ésta.

Pasaron los años y Alicia y Elena se distanciaron. Pero una tarde del verano de 2015, Elena llamó a Alicia, para que le ayudara a arreglar su piso de Santander. Elena se había casado con un compañero de trabajo, pero éste, había ascendido, por lo que estaba continuamente viajando, y Elena pasaba mucho tiempo sola. Alicia se alegró mucho de recibir su llamada. Inmediatamente se dispuso a ir. Tardó una hora en llegar. Al entrar al piso de Elena, se quedó desolada. No podía creer lo que estaba viendo. Medio piso estaba quemado. Se podía restaurar, claro está, pero la imagen era lamentable. Todos los recuerdos de Elena estaban rotos, y esparcidos por el suelo. Elena tan solo pudo recuperar una foto, que estrechaba con audaz fervor entre su pecho.

Alicia le preguntó que qué había pasado. Elena le respondió, -simplemente una revuelta estudiantil.- ¿Una revuelta estudiantil? exclamó Alicia. Sí, aseveró Elena. Ayer hubo una manifestación pacífica, en contra de la actual Ley de Educación, diez radicales sabotearon el acto, con cócteles molotov. Al pasar por aquí, lanzaron uno de esos cócteles hacia arriba, con tal fuerza, que llegó a entrar al salón de casa. Y mira ahora. Alicia empezó a reírse ¿Cuántas veces nos hemos manifestado tú y yo por la Educación? Muchas, respondió Elena. La siguiente carcajada de Alicia fue aún más sonora. -Elena-, dijo Alicia,  -Dios castiga y no con palos, trae ¡anda! esa foto, y ya verás, vamos  a dejar este piso, cómo nuevo.

Al ver la foto Alicia quedó inmóvil. Elena le preguntó que qué le pasaba, y ella respondió qué nada. -Lo sé desde hace quince años, Alicia-, dijo Elena,  Alicia dejó caer la foto al suelo. En la foto estaban Lola y Matilde, compartiendo cama, en el patio trasero de su casa. Era una foto preciosa, de una delicadeza exquisita. -Mi marido la mandó hacer, hace tiempo.  Claro está le dieron a él el ascenso, y no a mí-, dijo Elena riéndose. -Ese es tú premio Alicia.- Alicia abrazó a Elena, le dio un beso en la frente, y le volvió a decir, -el piso te quedará cómo nuevo, ya verás.-

Efectivamente el piso quedó cómo nuevo, otra vez. Pero, ahora, Elena sólo quiso poner un solo recuerdo en la pared, la foto de Lola y Matilde, cómo homenaje a Alicia, por toda una vida dedicación y esfuerzo a sus pacientes. - Este es tu premio Alicia- decía para si Elena, cada vez, que se disponía a limpiar la foto. -Tú eres el premio Alicia-








sábado, 3 de diciembre de 2016

Boca que te quiero boca

¡La boca!, ese elemento que sirve para conservar las cosas.
No quisiera yo ser, mal pensada, cuando la boca espanta.
Ni siquiera, quisiera ser yo buena en retórica, cuando la boca canta.

La boca es ahora un instrumento de luz contemporáneo, antes sólo era
un elemento ermitaño. Existen muchas clases de bocas: bocas sucias, tristes alegres,
amables, rebeldes, monjas, saudaces, sensuales, bocas disfrazadas de mocedades
Pero todas ellas necesarias, para saciar la incultura del hambre, que nos 
puede llegar a matar, en soledades.



"De mayor quiero ser boca" -le dice la nariz de un cabezón, a la raíz
de un sauce dormilón- "Para así expresar lo que siento, cuando sea mayor.
Y para que así mi ama alma, me haga comer de los mejores manjares 
que mi conocimiento haya podido entender, dando placer, a mis sentidos 
y a mi querer, que cuándo el hambre entraña el alma, sólo queda la calma del
qué ya sabiendo respirar, pudiera una mañana amar."




¡Todo por una boca! qué aunque entrañe el peligro feroz de ser ruda, dura y veloz,  haga volar el ansia de matar vocablos que dañen mi paz! Porque es hermoso viajar a través del aire que expulsan mis labios, cómo viaje planificado a ninguna parte, para poder regresar al hogar de la estabilidad emocional.

¡Boca que te quiero boca! ¡Ojos ciegos que hacen que cierre la boca! Boca qué me haces pensar y madurar, de ti haré mi refrán, para poder ayudar a mi alma expresar, a través, de la laguna de la niebla, que me hace empequeñecer. Porque quiero ver mí, al muerto enrojecer, y envolverlo en mi sien, para que sacuda los prejuicios del que calla su amanecer.







" La boca traicionera del alma, mata. Te transforma en el ser de los preludios que nunca quisiste ser. Te hace ensombrecer y enloquecer, haciendo de tu sufrimiento el arma de su placer."

"La boca que calla te ahoga, en la más absoluta
certeza de que no hay vida en ella. Desformando
la esencia en una simple consecuencia."

"Cómo carne leprosa, juega mi boca con el alba de las mañanas, haciendo de mi aire la tortura del que agoniza en la esperanza, de abrir los ojos, para expulsar una llamada, que me ayude a sanar la indiferencia del alma."








" En el deseo de que mi aura, se exhale entre el aliento audaz de lo etéreo, voy recogiendo las sombras que desdibujan mi sueño.

En la exhalación encontraré la siembra de mi consuelo, para esa nueva vida que espero. Pero primero la muerte en forma de quejido, para que deje paso a lo no vivido."

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Léucade







Una cosa es la imagen y otra cosa es el recuerdo. Mirar unos ojos azules dentro de una tez blanca de un espejo, para reflejar el encanto de un ser, que grita:

 - ¡Aquí estoy! dentro de la prudencia descrita por mi pintor. Me gustaría salir a contaros, qué estoy bien, aún lejos de pretender entenderos. Porque mi pintor, no me abstrajo para eso. El entender debe de ser vuestro, pues mi sencilla imagen, da un vuelco, al intentar resguardarme del mundo con mi suerte, en forma de abrigo azul inerte. Qué la libertad de mi pelo lo toque, para que la esperanza de mi seno, me haga hablar, en vez, de esperar, la roja tendencia de la disposición de tu mirada, cuyos ojos sacan mi alma acrilizada.




Salgo de paseo, con mi carcasa a cuerpo, hoy no me he peinado, ni he comido, ni he jugado, tan sólo, espero en cualquier semáforo. Da igual el color que me indique a continuación, ese dichoso artefacto, que para vidas y provoca infartos, porque mis ojos ya están tapados.

Mis vísceras se quedaron en mi cocina, por lo que el aire pasa a través de mis venas. Mis manos pretenden llegar al suelo, pero mis rodillas les impiden el juego. No siento el peso, ni el abucheo del ruido que quedó a lo lejos. Tan solo la suave brisa que roza la huella que me va hundiendo.

La cabeza se la llevó el viento, cuando quiso reconstruir el tiempo.

Y mi sombra es la puerta que me llevó al infierno, del que no siente, ni escucha, ni padece. Y mi contenido es tu reflejo, en mi inmenso hueco, que ocupa la mente, el corazón y el cuerpo.

Cementerio de hormigón, es la calle cuando no hay resplandor. Almas duras, vacías y ciegas, que esperan ser rellenadas, con el reflejo de la vida de aquél que se escapa, de la eterna muerte de la falacia. Atrapan tu vida, para ellas llenarse del dichoso placer que posee una persona, sencillamente, porque lo ES.



..........primera parte

domingo, 20 de noviembre de 2016

Por mis piernas nace un río

Con espadas en mi vientre,
va tejiendo mi mente, un
recuerdo de aroma infantil.

De espesura la tierra se encoje,
para ver nacer el trigo, que la sonroje.
Mis labios reclaman la presencia del ocre,
para que se sellen con tu bronce.

Por mis piernas nace el río que tu mano teje,
hasta desembocar en la poza del consuelo, 
donde el corazón lo protege, para soslayar
el recuerdo.



sábado, 19 de noviembre de 2016

La Cátedra de un Niño

Me dispongo a sentarme en un banco del jardín de la Universidad. Un niño de cinco años, con la idiosincrasia de un Dios mayor, chuta un balón por encima de él. No hay nada extraño. En principio. Sé que lo que mis ojos están presenciando, es una secuencia de un mismo momento, en otro tiempo, o otro entorno. Un lenguaje universal. El niño mide escasamente un metro. El dominio del balón es mecánicamente perfecto. El sonido de su chute es un chasquido de latidos prominentes, que abarcan la selección de todo un estado de bienestar para mis oídos, y tal vez también, para los oídos del desconocido que está sentado junto a mí, compartiendo mi descanso. 

El balón se eleva por encima de lo normal. El niño cuasi escuálido, no manifiesta ningún tipo de sentimiento. Sus ojos se limitan a imitar sincronizadamente la elevación del balón. En el control de este movimiento hay un mar de dominio, que destaca cómo luz cegadora, en el devenir de los transeúntes. 

Al bajar el balón, el niño recoge un gesto de duda, que combina con el granate de mi blusa. Sin derramar un atisbo de pleno dominio en su compostura, la duda continua, aún cuando todavía su pie, hace del balón un preso del suelo. Mira a sus compañeros. Y piensa en seguir el juego, aún sabiendo, que lo único que domina a la perfección el trozo de cuero, son sus reflejos. Se gira con la frialdad de la brusquedad. Y con el desdén de la simplicidad de un ser superior, chuta, y sus ojos saborean la victoria de un gol, cuando el balón llega a los pies de su compañero, y continua el juego.

¡Eureka! pienso yo. Acabo de descubrir la gravitación, de aquello que se esconde en la humildad de la plaza de cualquier Universidad. El niño al mezclarse en el óvalo de un único equipo, hace que pierda la referencia de su imagen. Por un momento, lo confundo con la figura de aquél que eleva su cátedra. Figura desvirtuada por la distancia, como la visión de esa alumna, que por llegar tarde, se sienta en la última fila de una esquina, sin perder la esperanza.









domingo, 13 de noviembre de 2016

Somalia rompe aguas

Una palmera negra espera un parto en sus raíces. Todos callan mientras Somalia rompe aguas. La hembra ya a abierto sus piernas. Los rayos de la luna clara penetran para alumbrar la nueva llegada. La roca húmeda le quita el sudor de su espalda mojada. El primer gemido, el primer duelo del vientre, por saber que va a perder todo un continente. Somalia calla, y espera al siguiente duelo, entre sus entrañas y el cielo. La luna ríe. Enseguida tendrá un nuevo engendro, para iluminar en las noches de viento. El tercer esfuerzo es, para ver nacer la cabeza de un nuevo pueblo. El cuarto necesita de la asistencia de un médico, porque significa la muerte de la gesta, que ocupaba la vida de sus adentros. Sin fronteras, llega el quinto sobresalto, con un llanto que rompe el engaño del placebo. El hambre y el dolor cubren el hueco, hasta que el sexto acompañado de sangre sacan a un nuevo pueblo. 



domingo, 6 de noviembre de 2016

Zermo

Cielo, tierra y aire en una sola esfinge de lana.
Coloca el arma de manera inapropiada, para que
todo el mundo sepa de tus colores en la pincelada.

El rompecabezas trata de rendir homenaje este año,
a la sátira de la cubierta más abierta. Pero tú no te rías,
ni de la Bruja brisa, pues ciñe su espejo al tesón de su cuerpo.

Cuando cante el gallo tres veces, no huyas, espera.
Espera a que la mañana templada te de los buenos días,
y tú solamente tengas que esperar, la espalda de una
libreta mojada, al tesón de tu cuerpo envuelto de sueños.

No caigas en el error de ser un discípulo de las letras inacabadas,
porque en la tierra eso no se tiene en cuenta, sólo la piedra en
forma de calavera, que juega con la primavera del invierno,
para convertirse en cuerpo de mujer, en la que esculpir el zermo.

La estenosis de un cigarrillo, de un velo, de un reto,
será el juego de los niños en invierno, con luces de colores, y
veletas al viento. El sudor calmará su sed por un momento
de sondeo, de políticas inciertas y de televisiones en abierto.

La rama del olivo estridente cae al suelo, y se deposita cerca
del basurero, para que la paloma la recoja y la vuelva alzar
al viento. Y no importa que no broten hojas verdes, porque
en el esfuerzo de la paloma está todo el brote sincero.






martes, 1 de noviembre de 2016

La naturaleza de mi Dios antes de morir

29-agosto-1900, Weimar

-Corta la rama para que se caiga. Necesitamos tres kilos de leña. Hoy hace frío, y necesitamos calentarnos. ¡Encended la caldera! El aire quema. Dame ese cigarrillo. Necesito ver como sale el humo de mi boca.

-¡Venga salgamos!

-Antes hay que encender la caldera.

-¡No! Mira tu reloj, van a dar las nueve. Está a punto de llegar.

-Pero, !por Dios! ¿por qué hace hoy tanto frío?

-¡Ja, ja, ja! Cómo se vuelva a despertar te va a dar.

-Cómo se vuelva a despertar, va a ser él, el que va a ir a cortar esa maldita leña.

-Pero ¿cómo alguien así, se puede volver loco? Sabes dicen que estaba loco. Además creo que contrajo la sífilis. Yo no lo toco por si acaso.

-El señor Breuer nos va a dar veinte marcos de oro a cada uno, si encontramos la nota.

-Pero ¿no eran amigos?

-No hagas preguntas. En estos casos es mejor ser sigilosos. En estos casos es mejor saber poco.

-Ya lo traen. Traer las linternas.

-Toma tus veinte marcos.

-Por desenterrar un cadáver, poco me parece. La policía ha estado a punto de pillarme.

-No hay más. Ya  sabías cuál era la parte del trato. El Señor Breuer lo dejó bien claro.

-De acuerdo, pues ahí tienes tu cadáver. Dame el dinero. Buenas noches caballeros.

-Buenas Noches.

-Ponerlo encima de la mesa, registrarle los bolsillos,

-No hay nada.

-Desnudarlo.

-Pero.

-Nada de peros, desnúdalo.

-Quítale los pantalones.

-Está bien.

-Cómo huele a medicinas. Yo le quito la chaqueta. El hedor es soportable todavía.

-Acerca las velas ¿Está ya?

-Sí.

-¿Dónde puede estar esa dichosa nota?

-Yo una vez me guardé unas medias en la barba, para que mi mujer no las encontrase. Aún así las encontró ¡Pero no se dio cuenta de que no eran suyas! ¡Ja, ja ja!

-Puede ser una opción. Compruébalo.

-Encuentras algo.

-Sí.

-¿Qué es?

-Una especie de pañuelo. ¡No puede ser! Por lo que se ve, el mismo muerto ordenó guardarlo ahí.

-Hay algo escrito en él.

-¿Qué pone?

-Acerca la vela un poco más. La, la natuuura  lezaaa...



"La naturaleza de mi Dios antes de morir. 

Quise comprender la humanidad dentro de su propia perplejidad. Pero el quejido fue más fuerte, que lo que estaba permitido por el inconsciente, querido amigo. Cómo soportar un año más de locura, cuando, en verdad, lo único que quiero es descansar en paz. La paz querido amigo, es mi Dios ahora mismo. No quiero fingir más. Toda la vida esperando un sueño electo, y al fin lo encuentro, en este silencio. Mañana estaré muerto. Me duelen los huesos, sin embargo, mi lucidez llega al extremo. Cómo me gustaría seguir la línea del que no tiene que abandonar, pero no puedo. La luz llega a mi encuentro. Me gustaría que mi mortaja fueran las palabras. Cubierto de palabras me daría al encuentro con el inframundo si es preciso, donde espero encontrar el camino hacia ese mundo, del que tanto hemos hablado tú y yo, ese al que no supe escuchar a tiempo. Ese al que no supe entender, por no entender el lenguaje de sus quejas, y los sinsabores de sus metas. Quedé lento en su respuesta. Tal vez, si hubiese escrito algún libro más. Pero no ha podido ser. Y si por casualidad, me encontrara con un mundo sin historia, no me haría falta libro por escribir, pues el pensamiento sería tan intangible como la vida en él. Breuer estábamos equivocados en todo. El inconsciente no es lo que nosotros habíamos creído todo este tiempo. Todo es consciente, sólo es relativo por el tiempo. Tienes que entenderlo. Lo que sé, lo sé por viejo, no hay más explicación. Conocí al consciente de la mano de mi mente. La pureza extrema del conocimiento, se consigue a partir de la efímera leyenda. No hay tal pureza. Sólo somos esqueletos con algo de tela. Somos aire de un abanico, fuego de una chimenea. Esa es la pureza, querido amigo, la leyenda. La mente tiene ganada la lucha por la victoria del saber. Y  paradógicamente me estremezco a saber, que cuando yo muera mi mente nunca más me va a reconocer, por lo que verdaderamente estaré doblemente muerto."

domingo, 23 de octubre de 2016

La burbuja de los sueños

Los dientes de un piano, son la novena de una de las maravillas, extraídas de las costillas del milagro de cualquier ciudadano. Nada ocurre, en el sonido de los sonetos hechos versos, porque en ellos se encierran la primavera de todas sus notas.

Cuando la humanidad toca una tecla, suena el "do" del drogadicto que pide, o el "re"del ángel que calla, o el "mi" de un cualquiera consumiendo, o tal vez un "fa" en clave mayor, de una revista del corazón, para formar la armonía de la noche temática que oculta su cara, por la que todos paseamos a la siguiente mañana. Sucesos imprevistos, cuerpos queridos, y un piano que no deja de sonar, para que la noche nos vuelva a recordar, el camino que erige nuestra realidad.

Y en el centro de la plaza, un rumano con su pompero, dibuja una burbuja en nuestras caras. Burbuja que nunca estalla, que sube para buscar en el alba, el fiel destino del sonar de la humanidad, que en unos instantes la hará bajar, para que unos niños la puedan explotar. Los adultos, prietos, miran y observan, tan tediosa tarea, y se quedan cerca por su ya experimentada experiencia, para que, así, cuando estalle, su agua cristalina, remoje la conciencia de alguna piel vecina. Quietos quedan, esos ancianos, que por estar sentados en el banco de la plaza, no han podido elegir su baza, al ser sus reflejos más lentos. Pero hábiles, hacen desplegar sus recuerdos, para sentir el frescor de la inocencia de su mano rompiendo la pompa de antaño.

Frescor que todos buscamos en el caminar de una ciudad, cuando te estampas con escenas de una pobreza real. Caminas, sin querer mirar, pero sabes que si la ignoras, puedes tropezar, y la puedes llegar a pisar.

Todo ocurre en el estadio del puzzle de la libertad. Libertad de andar, libertad para soñar. Todos andamos, con el sueño de una realidad en la palma de su mano. Todos jugamos a ignorar tal realidad, aunque nos guste soñar. ¿Qué sueños vas a pasear tú mañana? El sueño está, aunque tu cabeza lo quiera aniquilar. Pero, ten cuidado y sujétalo, para que no se vaya a escapar, cuando vayas a trabajar, o cuando simplemente lo quieras pensar,  y ponlo detrás de tu caminar, para que tú siempre tengas la posibilidad de pararte, volverte, y poderlo alcanzar. 

¡Ay, los sueños! esos fugitivos de la realidad, prisión de la que un día lograron escapar. Y cómo peligrosos algunos se llegan a declarar, por lo que, la conciencia irradia su busca y captura, para volverlos a encerrar otra vez, en la realidad.



Ningún sueño es igual. Están los sueños de la noche, los sueños rotos, los sueños encadenados, los sueños adormilados. Aún así, seguimos caminando. A veces, los abrazamos para mimarlos, para que no se nos escurran de nuestras manos. Otras veces los maltratamos, con la esperanza de que así, sea más fácil su eficacia. Pero, ¡maldita sea, esa pompa que nunca estalla en nuestra caras! por no posibilitarnos el reaccionar ante tan bello final, con el fin de poderlos controlar.

La conciencia de la libertad depende de un sueño por reinventar. Hoy no sueño, para poder seguir el orden establecido. Mañana sí sueño, para poder dejarme llevar por la marea de la realidad, y así, encontrar un atisbo de felicidad. La felicidad se escribe con nombre real, mientras camino por la ciudad. Pero el sueño hace otra vez presencia en la conciencia para que se pueda liberar. Todo ocurre en milésimas de segundo, cómo aquella pompa que estalla en el centro de cualquier plaza, al unísono del tono una humanidad desafinada, por olvidarse de soñar cada mañana.









domingo, 16 de octubre de 2016

Perdona bonita, pero el abogado me quería a mí

La parodia de los sentimientos


-Llevo tres semanas intentando, concertar una cita con Sebastian. Me han dicho que es el mejor.

-Efectivamente, lo es. Ahora mismo está con un lobby. Hasta dentro de unos... vamos a ver, siete meses no puede verle.



-Pero, eso es imposible ¡yo no puedo aguantar tanto tiempo! Algunas veces pienso, si mis fuerzas resistirán para continuar con todo esto...Usted no lo entiende, estoy estigmatizada para toda mi vida.

-Todos estamos estigmatizados, no se ponga triste por eso señora. Por no saber lo que es un penalti, o la moncloa, o penalti moncloa, sí, por eso sí entiendo, que usted pudiera estar triste, pero por estar estigmatizada no, por eso no. Es la clase de vida, que nos ha tocado vivir a nosotros, desde que existe "Gran Hermano". Y eso señora, de que se trata de un hermano, imagínese, lo que hubiera sido de nosotros, si en puesto de haber creado "Gran Hermano", hubiesen creado un "Gran Cuñado". La tercera guerra mundial, señora, la tercera guerra, se lo digo yo, que tengo tres cuñados.
Mire ve a ese señor, que está ahí sentado mirando continuamente el reloj. Pues bien, ese señor tiró la basura a deshora, creo que la tiró sobre las 02:00 de la madrugada, y lo pillaron in fraganti. Quien la hace la paga. Lleva ya con nosotros un año, y todavía no le hemos quitado la obsesión de estar continuamente pendiente de la hora. Sufre de ataques de pánico cuando se acercan las once de la noche...un dolor.
Y ve aquella mujer, que está intentando conectarse a internet con su móvil...¡Siempre está intentando conectarse a internet con su móvil! la pobrecita, no se da cuenta. Todavía no lo ha asimilado.

-¿La de la camiseta gris?

-Sí, efectivamente...su marido la sorprendió con una... te cuento, mira, mira...cuando ella salía los lunes por las noche, para ir a su habitual clase de Zumba con sus amiguitas, él se daba cuenta, de que nunca regresaba con la camiseta sudada, y de que además siempre le dejaba pechugas de pollo para cenar. Hasta que un día la siguió, harto de sospechar y de cenar pollo todos los lunes. Y ¿a qué no sabes lo que cada lunes hacían... ella y todas sus amiguitas en clase de Zumba? Se cambiaban de camiseta nada más llegar a la pista.

-Noo.

-Sí, se cambiaban la camiseta blanca por una roja. Y lo mejor de todo es...es que llevaban un eslogan.

-¿Y cuál era?

-"Futblanicos bonicos" Creo, que durante la primera media hora, todas estaban ensimismadas jugando, no con la pelota de zumba, precisamente, sino con los móviles. Habían creado un grupo de Whatsapp. Un escándalo. Desde entonces, la pobrecita sólo se viste con camisetas grises, para conminar a su marido, que le ha pedido el divorcio, y le ha dejado sin datos en el móvil.

-¿Y ése? qué está con unos papeles.

Lo ha perdido todo, mujer, trabajo, salud... No supo pronunciar una frase en inglés, una pena, una verdadera pena...

-¿Qué está firmando?

-¡Ah! pero ese es su abogado. Ese es una de la personas más respetables de la ciudad, sacó de la cárcel, a aquel, sí... a ése, que mató a tres muchachitas. No espera, tal vez lo recuerdes, por defender aquel que se quedó con todo el dinero de esa estafa tan famosa. Ah ¡ya está! sí mira por...

-Por favor, no sigas.




-Ya se sabe, en épocas de crisis, siempre hay un abogado a tu lado. Ya lo dijo Jesús, en no se que versículo, "quién esté libre de pecado que tira la primera piedra", o algo así, ¿no?. Todos necesitamos una defensa. Y tenemos derecho a que se nos defienda. Todavía no conozco un caso en el que...

-Perdona bonita, que te interrumpa... pero a mí, a mí...

-Noooo.

-Siiií.

-Nooo

Siií. Mi abogado me ha abandonado. Por eso estoy aquí.

-¡Noooooo! Pero eso no puede ser, eso es imposible. Vamos a ver, el paupérrimo no está escrito en tu nombre. Caso "Lista de Schindler" tampoco creo. Entonces... entonces...Perdona guapa, la cola de los tontos está allí. Además tenemos órdenes explícitas, por las autoridades sanitarias, de que si detectamos uno, tenemos que ponernos en contacto con los servicios sanitarios de la zona, para que inmediatamente los pongan en  cuarentena, porque según me han dicho es muy contagioso. Han creado un sanatorio en no sé qué sitio, para regenerarlos. Una pena, una verdadera pena...

-Una falta, es lo que cometí.

-Dónde.

-En el papel, en la playa, qué más da ya.

¡No puede ser!

-¿Y todavía sigues saliendo a la calle? cómo si nada ¡es que hay gente para todo!

-Sí. Pero sola.

-Evidentemente. Sabe señora, yo acabé los estudios primarios, y no pregunte cómo. Ya los secundarios, dije que no, que no los estudiaba, porque a mí los segundos no me van. Yo los primeros, que tengo mucha clase. Los segundos son para los de aquella cola, que antes le he señalado ¡Vamos yo con segundos! Total señora, que me busqué un abogado, y ya está.

-Tiene usted razón. Yo acabé un posgrado y...

-Y qué esperabas ¿la Corte del Faraón para ti por tener un posgrado? Suerte que tienes calle para salir, que no callo, que todavía me hables, que todavía no callo.
Lo siento, pero ni Sebastian te va a poder ayudar. El infierno es cosa de dos, así que has tenido suerte, o no, porque también para el infierno necesitas una compañía.

-¿De seguros? Porque si es de seguros vale, porque tal vez pueda contratar una.

-Vamos a dejarlo ¿Usted sabe llevar el compás? entonces cómo va llevar compañía, si el nombre ya te lo está diciendo. No sería en esta palabra dónde usted cometió...

-No

-Oiga señora, y por qué no se apunta a una clases de tango, tal vez ahí... puede ser

-¿Usted cree?

-Vamos a dejarlo. El compás señora, el compás...ahí es dónde veo yo el problema.

-Claro, claro.

-Lo que usted diga.    

-De todas formas, le pongo en lista. Por si acaso. Hágame caso, qué yo sí que tengo abogado. Mira a lo mejor lo del compás, por lo que veo, no le puede ir tan mal, parece que usted aprende rápido.

-Gracias

-De nada mujer, ya verás cómo se soluciona todo pronto. Váyase a su casa tranquila ¡Pacientes, qué cruz!


Para Daniel

sábado, 15 de octubre de 2016

Fría mañana, temprana sábana

Corta sangre, fría mañana,
pasos cortos, temprana sábana.
Coges mi mano, yo tu mirada.
No me hablas, sin embargo no callas.

Él mira tras el cristal, para ver
la piedra que no le deja andar. Yo lo
observo, y pienso ¡no se vaya a espantar de esta realidad!
pues sus besos, puede que no los vaya él, a encontrar jamás.



Traje azul, para un cielo que no encuentra el amanecer,
para no perecer en el intento de ser. Cimientos largos,
que tejen la soñolienta madrugada, del que sabe lo que
es el hambre, cuando la manada oculta su mirada.

Toda la noche te doy, mi regalo es la frescura de
un verano pasado. Qué el mundo no te mate, qué
el mundo te ame, qué el mundo te proteja, cómo
flor de primavera abierta.

El futuro queda, por ser verde la yerba. Los animales
juegan. Los pájaros revolotean. Los hombres toman
conciencia de otras gestas, que se libran en los ojos,
de un niño que no muere, por nacer de la tierra.






miércoles, 12 de octubre de 2016

Filipinas

Filipinas, día internacional de la raza, Día de la Hispanidad.

Es doce de octubre, y el concepto de Hispanidad me ha llevado a pensar en Filipinas. Actualmente Filipinas es noticia por su sangrienta política contra el narcotráfico. Aparentemente, en este país, se está denunciando una especie de genocidio, llevado a cabo por sus agentes policiales, aprovechando la cortina de humo que se ha generado, con esta lucha contra las drogas, donde se puede ver perjudicada especialmente, la población musulmana.

Filipinas fue conquistada por López de Legazpi, de una forma pacífica, en 1571, por medio de un acuerdo de paz, por cuál, Legazpi, adquirió un territorio para fundar la futura capital de Filipinas, Manila, formando parte de las tierras conquistadas por España, en el reinado de Felipe II, cuyo objetivo era, entablar  mercados con Asia, y establecer por primera vez, una  posición Española en estas tierras. Filipinas, detrás siempre de una amenaza China, accedió a dicho tratado de paz, debido a la protección que podía proporcionarle España. 

En este día, en el que se rememora, la conquista española en las américas, no es de dudar, que recordar también la conquista llevada a cabo por López de Legazpi en Filipinas, mediante el uso de la diplomacia, se convierte en un soplo de aire fresco. 

Sin embargo, la inestable política española llevada a cabo en 1898, en la regencia de María Cristina, llevó consigo la pérdida de la conquistada Filipinas, siendo EEUU quien pasaría a establecer un gobierno militar en ella, a través del Tratado de París. En 1989 España vende a Alemania las Islas Carolinas y Marianas.

Hace dieciséis años, empezó a tambalearse la protección de EEUU en la isla, y el actual gobernante Duterte  quiere ahora alianzas con China y Rusia. Filipinas ocupa una posición clave en el mapa, así cómo posición clave es España para esta isla, por lo intereses mantenidos con ella, durante años. Por medio, está la población musulmana. Y yo me hago la siguiente pregunta ¿se requiere la prosperidad de Filipinas?

Filipinas, ha llamado mi atención, donde aparece un nuevo triángulo de las Bermudas, EEUU-CHINA-RUSIA, dónde España puede perderse si no acierta a bordearlo.

lunes, 3 de octubre de 2016

La verdad de la parábola

-Una cosa si es cierta, dos son tres, si los sumas al revés. Dijo James.
-No creo. Estás mintiendo. Dijo John Carry.
-Tu problema es que Juzgas sin saber. Vamos a ver, no es cierto, que el cielo, es del color del dinero.
-No, no es cierto.
-Repitamos. No es cierto que el cobre, es un animal que come, en el desierto.
-No, eso no es cierto.
-Cómo hacerte entender, no sé…sigamos ¿No es cierto que tu lengua, pesa más que las toneladas de una ballena?
-¡Estás delirando!
-John ¡te vas a volver loco!
-Escúchame, por el lado que sale el sol, se esconde el sombrero de paja. Y en el sombrero de paja se esconde mi mano.
-¡Por Dios! Es poniente, y tú me estás mirando. Y llevas un sombrero de paja en la mano. Pero ¡por favor! no caigas, en el hastío, de lo absurdo.
-Ja, ja, ja... John, enseguida será mediodía, y tu alma me abriga la barriga, para que yo, no sienta la necesidad de la comida ¡Ja, ja, ja!
-Tu inteligencia me abruma, cómo la espuma que sacude, la agonía de tu vida. James, no quiero, entrar en tu juego, y cada vez, me posiciono más, en las casillas que resuelven la partida de tu tablero.
-Vamos a tirar los dados una vez más. Sí, sí, sí. En la vida se pasa sin pena ni gloria, cuándo el ángel se estrella, en el mantel, donde está puesto el consomé. Espera ¡todavía, mejor! Por favor, mírame a los ojos. Tengo veintidós años, y mañana, termino mi grado. Tengo que partir para Londres, el mes que viene, para continuar con mis estudios. Estaré fuera tres años. Tal vez, no nos podamos ver en años. Mi padre quiere que continúe con su carrera en política.
-¿Pero, es que ahora, eso se hereda? James. Deja el sarcasmo, para cuando, no nos estemos mirando.
-Ahora, quien se ríe de quien.
-¿No es broma, qué puedo llegar a ser juez, y gobernar los designios, de cualquier vida, de tu vida? Todo va a cambiar, ya no tendré amigos ¿Lo entiendes?
-No te abrumes, más. Y sigue jugando, que se te da bien. Pero, escúchame atentamente. En el mantel del consomé, hay una paloma muerta, con sangre en los ojos. Si un ángel ha de estrellarse en ella, procura que sea solamente, cuando te hayas comprometido, en liberar la verdad de la parábola. Para que, cuando yo pueda leerte en los periódicos, mi existencia, y la de mi familia, duerma tranquila, en las orillas de cualquier Mezquita.

-No lo dudes John. Se me había olvidado. El sentido de gobernar, de regir. “La verdad de la parábola” No sé cómo agradecer, lo que acabas de hacer por mí. Has dado sentido, al ángel, y al mantel. No dudes por un momento, que durante toda mi trayectoria, en esta nueva vida, que me toca, velaré por tu sueño, y el de tu familia. Sueño, qué ya estaba puesto en este tablero, como premio de tu juego, desde mi nacimiento. Y si, alguna vez, me olvidara, de esta promesa, qué sea yo, la paloma muerta. Pero que nunca, quites el mantel de la mesa, para que todos, podamos comer.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Zoël

Siglo IX a.c

Estaba lloviendo, y era una mañana de gris invierno, con gotas de un azul celeste. Su barba estaba empapada, pero Zoël no dejaba de implorar, con sus labios inertes, extraños rezos a los dioses. 

Helena observaba a Zoël con la cara embebida de tristeza. Lo observaba, con la intención de salvaguardar su imagen, en los latidos, de se acorazado corazón. Zoël la miraba con los ojos perdidos, con gesto de una añoranza temprana. Zoël cerró sus puños, con tal fuerza, que su piel, empezó a desmigajarse, de entre sus dedos, ya ensangrentados. Los dos sabían, que tenían que cumplir con órdenes del Rey de Cambria.

Ella se acercó a Zoël, le cogió la mano, abrió su puño, y la posó lentamente sobre su vientre, cómo si le volviera a marcar de nuevo, el compás de las notas de música, que una semana antes, Zoël le había tocado.

- Mi carne, sólo, conocerá de la carne de Diom, discípulo de Coes, discípulo de Zeus . Mi vientre sólo engendrará su hijo . Tú serás el faro que guíe mi espera.- 

Giró las manos de Zoël, y puso sobre ellas, unas semillas de laurel, arrancadas de las ramas, de la mismísima Dafne. 

Después él, se arrodilló, rendido a la evidencia de una espera, y posando su cabeza en las caderas de Helena, le dijo:- tu seno, será el único puerto al que se amarre, mi vida.-

Zoël venció sus brazos, dejándolos caer, liberando la cintura de Helena. No podía tocarla durante mucho tiempo, sabía el riesgo que eso conllevaba, aún así, no desistió, de su sentimiento, preñado de del más alto empeño, y siguió acariciándola.

La boca de Helena, esbozó una lágrima, en forma de sonrisa, y arrodillándose también, junto a Zöel, abarloó su cabeza con la de él, con tal lentitud, que al viento le dio tiempo, a arriar su pañuelo, de tal forma, que quedaron anudados sus cuellos, sin poder remediar, cuál destino final, un apasionado beso. Tras el beso, Helena, se puso de pie, y comenzó a caminar colina abajo, llevándose su futuro tras ella... el viento.

Zoël se quedó sólo en la colina. Y se tumbó en la hierba, boca arriba, sujetando las semillas de laurel. Tres días permaneció tumbado ahí, sin cambiar un vértice la postura de su cuerpo. Al cuarto día, empezó a llover, por lo que, su boca se abrió, sin él quererlo, y en un acto de supervivencia desesperado de su cuerpo, comenzó a beber. Sus manos temblorosas, se abrieron como una flor, con las primeras gotas de la primavera, cayendo las semillas de laurel al suelo embarrizado.

Al quinto día, observó cómo una sombra, le cubría su cuerpo. Después desapareció, pero al instante, esa sombra volvió a cubrirle, otra vez, toda su lángida figura. Intentó abrir sus ojos, pero estaban sellados por el barro. Aún así, pudo distinguir en el cielo, la silueta de un águila. Sus alas, parecían estar formadas, por plumas de fuego, desprendiendo tal calor, que Zoë, creyó estar envuelto, por suaves mantas. 

Al sexto día, el águila bajó volando del cielo, acunándose lentamente por el viento. Zoë pudo distinguir, en la lejanía, que ésta, llevaba una lechuza en el pico. Conforme el águila, iba deslizándose hacia abajo, y acercándose al cuerpo de Zoë, el viento producido por sus alas cobraba, cada vez, más fuerza, limpiando toda clase de arrastre, que tanto el clima y el tiempo, habían dejado sobre el cuerpo inerte de Zoël. El águila aterrizó, junto a él, haciendo que la piel de Zoë ardiera, con el calor, que desprendía el fuego, de las plumas de sus alas. Con sus garras, sujetó la cabeza de la lechuza, y con su pico, le arrancó sus ojos, y con un movimiento brusco y veloz, los introdujo en la boca de Zoël.

El águila se marchó, y regresó, al séptimo día. Esta vez, trajo con sí, un trozo de hígado. Zoë llegó a pensar que, se trataba del hígado del mismo Prometeo. Igual que hiciera el águila con los ojos de la lechuza, así mismo hizo, con el hígado que llevaba en su pico, saciando el hambre de Zoë, que no pudo resistirse, a la consagración del vuelo del águila.

Al octavo día, el águila incorporó a Zoël, y lo conminó a andar. Los primeros pasos de Zoël, fueron torpes, y descuidados. Pero, después, conforme la práctica hacía uso, de la magia de su movimiento, Zöel, comenzó a andar, con total normalidad. Bajó la pequeña colina, frondosa en pequeñas flores blancas, y verdes tallos, hasta tropezar con enormes piedras blancas. 

Se dispuso a sentarse, cuando, en ese mismo momento, llegó, un andrajoso anciano, de largas y grisáceas, cabelleras. Se acercó a él, y comenzó a hablarle:

- En estas tierras griegas, el cielo es su presencia, ¿no crees?, Es increíble cómo el tiempo juega con nosotros, sin apenas darnos cuenta. ¡Qué sintieran, mis viejas piernas, otra vez, la juventud de tus pasos, joven Zöel! -Zöel, con gesto de hospitalidad, se acercó a él- Sí, efectivamente, el tiempo pasa, y no en vano, créeme. Pasa por mis ojos, y por mi boca, que confunde palabras, de otras tierras lejanas, pero aquí, sigo, todavía vivo. -Sacó enérgicamente, de su forja, dos estacas, y las cruzó-. 

-¿Has visto -continuo hablando el anciano- lo que se puede hacer, cuándo cruzas algo? Por ejemplo, esta dos estacas, estáticas en su tiempo, al cruzarse, en su movimiento, se convierten en algo divino, sagrado ¿no te lo parece, Zoël? a mí, siempre me ha resultado curiosa esta imagen. Toma te las regalo, yo ya no las quiero, pronto mi estática presencia, se convertirá, en una errática, inexistencia, en un bosque, que todavía, me queda por  explorar. Límites, que conviene, saber, por si algún día, he de regresar a esta colina de Mítaca. 

El anciano, puso las estacas cruzadas, en la mano de Zöel, y con un gesto de malévola complicidad, se fue, camino abajo. Zöel las guardó, en su bolsillo.



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Zöel, sabía, que ya no volvería a ver a Helena, hija del Rey de Cambria. El padre de Helena, Targos, le contó a Zöe, que Cambria, era una isla situada al otro extremo del mar jónico. El Rey de Cambria, estaba encarcelado en un conflicto, que duraba, ya cinco años, con Diom, Rey de Argo. Por eso, fue a Mítaca, porque sabía que Diom estaba allí, y quiso implorarle a los Dioses, el cese de la guerra. Tras la súplicas, los Dioses parecieron escucharle, sobretodo Afrodita. Afrodita quedó prendada de la belleza de Helena y Diom, por lo que proveyó a Helena de su misma gracia. Y dispuso a Cupido, para que Diom se enamorara de ella. De esa unión nacería, la paz de sus pueblos. 

Diom, al comprender la estrategia de Afrodita, intentó protegerse, del rayo de luz, que escondía la flecha de Cupido, cruzando dos estacas, junto a su pecho, que previamente había arrancado del suelo. El rayo alcanzó a las estacas, impregnadas de la tierra de Mítaca, convirtiéndolas en oro. Diom, no pudo más que cerrar sus ojos, pero al volver abrirlos, quedó hechizado por la figura de esas dos estacas cruzadas, y por la tierra de Mítaca, cambiando así su destino. De repente su piel se agrietó, como las grietas que surcaban Mítaca, convirtiéndose en un anciano. Al ver, la transformación de su cuerpo, salió corriendo, despavorido, dirección hacia las montañas de Mítaca. Terminó la guerra, eso sí, pero no tras la unión de Helena y Diom, sino porque Diom, no encontró más sentido a su vida, que el de llevar esa cruz. Soledad que le acompañaría hasta el resto de sus días.

Zoël conoció a Helena en el Templo de Apolo. Zöel era un erudito de la Lira. Precisamente estaba tocándola, cuando Helena se le acercó, y le tocó su hombro. Resulta que cuando Cupido, disparó a Helena, ésta quedo hipnotizada, con la belleza del gesto de Diom, al intentar protegerse de Cupido, la casualidad quiso, que en ese mismo instante, Zöel tocara la lira, y que su música, celestial en arte, penetrara en ese momento, en los oídos de Helena, por lo que no pudo sino, que sucumbir a los encantos de tales notas musicales. Fue así, como Helena dirigió su vida hacia Zoël, suplicándole que no cesara nunca, de tocarla. 

Zoël, quedó enamorado, de la gracia de Helena. El padre de ella, al comprender la situación, se acercó a los jóvenes, y le imploró a su hija Helena, que saliera del Templo, en busca de Diom. El padre se sentó, junto a Zöel, para hacerlo comprender la gravedad de lo acontecido, y le pidió, que se alejara de su hija. Zoël accedió. Pero, Helena salió corriendo tras Diom, que se dirigía hacia las colinas, y el padre asustado, por no conocer esas tierras, le pidió, a Zöel que fuera tras ella.

Zöel llegó a alcanzar a Helena. Helena se volvió hacia él, y le pidió un abrazo, con la mirada. Él la abrazó, y en ese mismo instante, Zoël, creyó, desmayarse, por sentir la belleza de Helena en su piel. Zoël, estaba acostumbrado a la belleza de sus notas musicales, pero jamás creía, que su piel la pudiera tocar, de esa manera tan real. Tocar la belleza, de un suspiro de piel, junto a su sién, le colocaba en un estado de placer, prácticamente insoportable, para el tacto humano. Comprendió entonces, que Helena, estaba provista del don de la gracia de Afrodita, y que sólo alguien como ella, era capaz de poder tocar, a aquel ser divino, sin caer en el la locura del desvanecimiento. Diom. Diom era el único ser, capaz de tocarla.

Durante una semana, estuvieron buscando a Diom, sin obtener resultado alguno.

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Zoël volvió a coger la cruz, pero comprendió tarde la historia de Targos, y se dio cuenta, de que aquel hombre, de vestiduras raídas, era Diom. Zoël sabía que debía permanecer en esa colina, puesto que, Diom dijo que regresaría. 

Zoël empezó a construir un refugio en lo alto de la colina, para divisar mejor la llegada de Diom, junto al laurel, que estaba brotando. Al principio fue una cabaña, con ramas y barro. Pero pasado un tiempo, se atrevió, a construir una especie de templo cerrado, debido a las inclemencias del tiempo. Tardó en construirlo seis años. Las únicas herramientas con las que contaba, eran las dos estacas unidas. Para construir el refugio, utilizó las piedras, que abrigaban a la colina.

Fueron tres los intentos para construirla. El primero enseguida, fue fallido. En el segundo intento, el refugio, se derrumbó, al intentar construir la cuarta pared. Casi vencido, por la evidencia, del que no sabe construir un hogar, decidió darse otra oportunidad, y fue cuando el águila, volvió a volar sobre aquel lugar. Una semana tardó, en construirla. En lo alto, construyó una especie de extraño sobresaliente, para poder divisar mejor la llegada de Diom. Puso las estacas en aquel sobresaliente, para que Diom, pudiera reconocerlas en la distancia, para llamar así su atención. 

Un año después, a las once de la noche. Diom llamó a su puerta, y cayó muerto. Él al abrir, encontró el cadáver, semidesnudo, a los pies de un pequeño escalón. Enterró el cadáver, y conforme la tierra, lo iba cubriendo, ésta lo iba convirtiendo en un singular polvo, blanco.

Al coger sus ropas, Zoël se dio cuenta, de que algo cayó al suelo. Al hurgar entre la maleza, pudo comprobar de que se trataba, de la estacas de oro cruzadas, que Targo le había comentado. Las cogió, y se metió al refugio. En el fondo del refugio, había un pequeño altar, que había construido para rezarle a los dioses. En el altar colocó, esas dos estacas de oro cruzadas. Todos lo días, rezaba a los dioses, implorando a Apolo, cuando tocaba la lira.Y mirando, hacia la cruz, rezaba también, por el regreso de Helena.

A los tres años, Zoël estaba sentado junto al escalón de su refugio, y comenzó a tocar la lira, la misma música, que tocó cuando conoció a Helena, y cuando alzó la vista, para observar el horizonte, pudo divisar, a lo lejos, la figura de una mujer, que se acercaba. Era Helena, más bella que nunca. Zoë, sabía que no podía, dejar de tocar. Ella siguió caminando, hasta que se sentó junto a él, sin mediar palabra. 

Tocó durante dos días seguidos, y ninguno de los dos, pronunció palabra alguna. Ella que estaba sentada en la tierra, no dejaba con su dedo de esbozar en la tierra, las palabras Helena y Mítaca.  Pero el mismo viento, que en antaño, les unió para besarse, y se fue tras ella, ahora jugaba, intrépido, con las motas de polvo, de la tierra, para borrarle las palabras, que ella con tanta insistencia, no paraba de escribir. Hasta que agotada, con su lucha contra el viento, cesó en su empeño. Y el viento, revoltoso en su movimiento, se deslizaba por las letras, cómo tapiz en blanco, roto por el pasado, borrándolas y uniéndolas, hasta que al fin, como engendrante creador, obtuvo una palabra, Helmítaca. 

El águila bajó su vuelo, y con el fuego de sus alas, grabó el nombre de Helmítaca, sobre el escalón del templo.

Helena, por fin, se levantó, y al entrar, para ver el templo, quedó prendada, con una muerte paralizada, al ver aquellas estacas de oro cruzadas. Se volvió, hacia Zoë, y esbozando, una pequeña, sonrisa, le dijo. Acabó, por fin la guerra. Ya no habrán más muertes sobre mi conciencia. 

Zoë, se acercó, y le cubrió la cabeza, con el mismo pañuelo, que el viento utilizó para unir sus cuellos, la abrazó con toda la intensidad que pudo, y con la fuerza de un guerrero, le dio el beso, más bello, jamás tocado por sus labios. Los dos murieron. Y su leyenda fue contada por el viento. 

Y fue así, como Helmítaca, se convirtió, en un lugar de rezo.


sábado, 17 de septiembre de 2016


(No dejamos de ser niños de primaria para nuestras nuestras ciudades)

¿Qué son las ciudades? Un hogar, un nuevo sitio para comenzar, para cambiar, para ver, experimentar una nueva realidad... Pero, y tú ciudad ¿qué es para ti? ¿Es una familia? ¿es restricción? ¿es avance? ¿es una lluvia? ¿es un charco? ¿es un espejo? ¿reflejos? ¿comunicación? ¿sombras? ¿es una fachada? ¿es una torre? ¿son señales? ¿una iluminación?

¿Cuándo hablas con tu ciudad, qué te dice? ¿Qué escuchas cuándo ella calla?

Tú ciudad soy yo, y tú. Somos todos, cómo vehículos que circulan por calles marcadas, señalizadas,...experimentadas. ¿Qué es tú ciudad? miremos un poquito más arriba ¿meditación, tal vez? ¿personas?

¿Por qué vives dónde vives? ¿Por qué calles transitas? ¿Por dónde estacionas? ¿dónde descansas? ¿Cuándo pasas frío en ella? ¿Cuándo te sientes sólo en ella? ¿qué banalidades erradicarías? ¿qué iluminarías?

En una ciudad, cualquier edificio se puede convertir en el gnomón de Euclides, para marcar nuestras horas. Sombras que nos hacen penetrar en un recinto de cierto bienestar, cómo protección, a un día de lluvia, a un día de frío, a un día de un sin sentido. Cuevas del tiempo enmarcadas, y engalanadas con ladrillo visto, y enormes y bellas fachadas.

Puedes pasear por la ciudad, perderte por sus tirantes callejas, sin que seas tragado por ellas, puedes seguir el lenguaje de sus semáforos, incluso de aquellos que permiten el cambio... puedes tener ganas de soñar en ella. Cualquier elemento sirve, para ello. Una bolsa del primark, un paraguas, un abrigo, un teléfono por donde se puede hablar, pero por donde no se puede escuchar, un hotel, una señal de estacionamiento, luces en la oscuridad, el nombre de una ciudad... una chaqueta violeta, que abriga la realeza, de una ciudad iluminada.

¿Qué calles vas a seguir, para iluminar las fachadas de tu ciudad? Para poder ver sus reflejos, para iluminar su cielo ¿Sobre qué meditar para iluminar? Pero, para esto, debemos subir un poco más.

En la nano-ciudad nos encontramos a nosotros, cómo células todavía oscuras, que conforman un brazo, una pierna, el corazón de su cuerpo ¿En qué parte te encuentras tú? 

El amor, los valores... cómo elementos de protección. Azul y rojo. Una llamada, una comunicación en un reflejo. ¿Mujeres que no creen en su ciudad? ¿En la efectiva igualdad?




¿Qué reflejan los charcos, o los cristales de tu tránsito? Párate y medita, con la mente despejada, pero no con la mirada perdida en el suelo que pisas. Esta vez no. Esta vez, alza tu mirada, para volver a creer en tu ciudad. Pero medita, pues de esa meditación saldrá el reflejo de una nueva población, que ilumine la oscuridad de la ignorancia. 

Mujeres con la mirada agachada. Al izar tu mirada, y convertirse tus ojos, en el reflejo de estas mujeres que la bajan, harás de ellos su esperanza.

Libertad y feminidad. La conciliación con el útero de una ciudad... una ciudad sobre la Madre Tierra. Hombre y mujer...Igualdad. Llueve en una ciudad, sin equilibrio  ¿Se imaginan un país rechazando una ciudad? Un país no deja de ser un término masculino, compuesto por términos femeninos.  Con el rechazo de sus ciudades, cometería el harakiri de su Estado. Igualmente ocurre en las ciudades con sus gentes, la permisividad del odio de un ciudadano, produciría igualmente el suicidio del equilibrio del bienestar municipal. Igualmente ocurre dentro en nosotros mismos con nuestra conciencia. ¿Por qué rechazar u odiar, a nuestra feminidad, cuando conforma nuestro cuerpo? 

La vía de tránsito del arte de Rosana, nos sugiere que seguirá lloviendo, en una ciudad dónde no exista el reflejo de una verdadera igualdad, dónde nuestro Arca de Noé, para salvarnos del diluvio irracional, tenga que ser la toma de conciencia, que nos lleve al puerto de una Cartago Nova. De una ciudad sin sombras.

Y es así, como Rosana Sitcha tras su exposición, nos da una brocha a cada uno de nosotros, para  subir un piso más, y pintar nuestras conciencias, e intentar dar respuestas a todas estas preguntas, que nos surgen, al darle la bienvenida a cada uno de sus cuadros, cómo llaves de vehículos estacionados, a punto de ser trasladados.


domingo, 11 de septiembre de 2016

El sueño de un once de septiembre

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El sueño de un 11 de septiembre (escuchar)



De mi tumba nacerá una rama,
que me hará brotar, cómo en aquel
sueño, en el que un día me hicisteis volar.

No llores por mí, dulce dama y caballero,
pues en mi muerte, he encontrado
mi consuelo.  

Esparciré mi néctar, que se convertirá en la alegría
de mi ciudad, cuando lean mi nombre al pasear.
Con eso yo me contento, con tu sonrisa en mi recuerdo.


Romance del Conde Olinos  (escuchar)


De mi tumba nacerá una rama,
que me hará brotar, cómo en aquel
romancero, mis raíces me harán volar.

No llores por mí, dulce caballero,
pues en mi muerte, he encontrado
mi consuelo.

Esparciré mi néctar, que será la alegría
de mi huerta. Con eso yo me contento,
con tu sonrisa en mi recuerdo.

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De mi tumba nacerá una rama,
que me hará brotar, cómo en aquel
romancero, mis raíces me harán volar.

No llores por mí, dulce dama,
pues en mi muerte, he encontrado
el consuelo, al dolor de mi llaga.

Esparciré mi néctar, que será la alegría
de mi huerta. Con eso yo me contento,
con tu sonrisa en mi recuerdo.