-Una cosa si es cierta, dos son tres, si los
sumas al revés. Dijo James.
-No creo. Estás mintiendo. Dijo John Carry.
-Tu problema es que Juzgas sin saber. Vamos a
ver, no es cierto, que el cielo, es del color del dinero.
-No, no es cierto.
-Repitamos. No es cierto que el cobre, es un
animal que come, en el desierto.
-No, eso no es cierto.
-Cómo hacerte entender, no sé…sigamos ¿No es
cierto que tu lengua, pesa más que las toneladas de una ballena?
-¡Estás delirando!
-John ¡te vas a volver loco!
-Escúchame, por el lado que sale el sol, se
esconde el sombrero de paja. Y en el sombrero de paja se esconde mi mano.
-¡Por Dios! Es poniente, y tú me estás
mirando. Y llevas un sombrero de paja en la mano. Pero ¡por favor! no caigas,
en el hastío, de lo absurdo.
-Ja, ja, ja... John, enseguida será mediodía,
y tu alma me abriga la barriga, para que yo, no sienta la necesidad de la comida
¡Ja, ja, ja!
-Tu inteligencia me abruma, cómo la espuma
que sacude, la agonía de tu vida. James, no quiero, entrar en tu juego, y cada
vez, me posiciono más, en las casillas que resuelven la partida de tu tablero.
-Vamos a tirar los dados una vez más. Sí, sí,
sí. En la vida se pasa sin pena ni gloria, cuándo el ángel se estrella, en el
mantel, donde está puesto el consomé. Espera ¡todavía, mejor! Por favor, mírame
a los ojos. Tengo veintidós años, y mañana, termino mi grado. Tengo que partir
para Londres, el mes que viene, para continuar con mis estudios. Estaré fuera
tres años. Tal vez, no nos podamos ver en años. Mi padre quiere que continúe con
su carrera en política.
-¿Pero, es que ahora, eso se hereda? James. Deja
el sarcasmo, para cuando, no nos estemos mirando.
-Ahora, quien se ríe de quien.
-¿No es broma, qué puedo llegar a ser juez, y
gobernar los designios, de cualquier vida, de tu vida? Todo va a cambiar, ya no
tendré amigos ¿Lo entiendes?
-No te abrumes, más. Y sigue jugando, que se
te da bien. Pero, escúchame atentamente. En el mantel del consomé, hay una
paloma muerta, con sangre en los ojos. Si un ángel ha de estrellarse en ella,
procura que sea solamente, cuando te hayas comprometido, en liberar la verdad
de la parábola. Para que, cuando yo pueda leerte en los periódicos, mi
existencia, y la de mi familia, duerma tranquila, en las orillas de cualquier
Mezquita.
-No lo dudes John. Se me había olvidado. El
sentido de gobernar, de regir. “La verdad de la parábola” No sé cómo agradecer,
lo que acabas de hacer por mí. Has dado sentido, al ángel, y al mantel. No
dudes por un momento, que durante toda mi trayectoria, en esta nueva vida, que
me toca, velaré por tu sueño, y el de tu familia. Sueño, qué ya estaba puesto
en este tablero, como premio de tu juego, desde mi nacimiento. Y si, alguna
vez, me olvidara, de esta promesa, qué sea yo, la paloma muerta. Pero que nunca,
quites el mantel de la mesa, para que todos, podamos comer.
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