va tejiendo mi mente, un
recuerdo de aroma infantil.
De espesura la tierra se encoje,
para ver nacer el trigo, que la sonroje.
Mis labios reclaman la presencia del ocre,
para que se sellen con tu bronce.
Por mis piernas nace el río que tu mano teje,
hasta desembocar en la poza del consuelo,
donde el corazón lo protege, para soslayar
el recuerdo.
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