jueves, 30 de marzo de 2017

LA CRUZ DE CARAVACA. AÑO JUBILAR


LA CRUZ DE CARAVACA


(Sólo los hércules son capaces de abrazarla)

No hay leyenda porque nunca se contó. Pero es necesario que se sepa la verdadera historia de un príncipe, que emprendió un nuevo camino para caballeros y nobles, del que nunca él regresó.

Todo está en tiniebla, aparentemente solamente hay cinco personas en Gólgota, María, María Magdalena, María de Cleofás y Juan. Nadie se percata de que en la sombra de la oscuridad, yace una figura atormentada, la de Samuel. Mientras las mujeres lloran, Samuel implora: "nací para bendecir tu palabra, hacer del camino de Dios un nuevo Mundo. Y he aquí tu milagro, aún muerto, la gloria de Dios en ti ha resucitado". Nadie puede ver a Samuel, pues también está muerto.

Bajan el cadáver, todo está embarrizado. No hay luz en el cielo. La penumbra corta el aliento. María toma a su hijo, mientras le besa las yagas. María Magdalena sigue aún apartada, mirando fijamente a Jesús, esperando que la saliva de la Madre cure la tenaz morbidez de la muerte de su hijo. Pero todavía no se obra el milagro. Deben esperar tres días más, para ver limpias sus heridas. Se llevan a Jesús. Samuel se acerca a su sepulcro. Aprovecha un momento de descuido de los guardias que custodian la tumba. Todavía no está cerrada. Samuel se da cuenta, de que Jesús tiene la mano cerrada. La abre. Samuel queda asombrado, pues en ella hay una pequeña cruz de madera tallada. Es una fiel reproducción de su propia cruz, ésa que un día antes él había soportado sobre sus espaldas. En ella están grabadas también las siglas INRI. 

En ese mismo instante, Samuel recuerda  la imagen de Juan sentado junto a la Cruz de Jesús con la cabeza agachada. Éste cae en la cuenta de que es Juan quien ha tallado esa austera cruz, utilizando como madera la misma Cruz de Jesús.

Samuel  coge la Cruz tallada y se la guarda. Se queda en los alrededores del Santo Sepulcro. Agotado, se vence dormido. De repente escucha un bullicio. El cuerpo del Señor a desaparecido. Las mujeres gritan desconsoladas, de nuevo callan. Ve una luz. Son dos Ángeles que anuncian la resurrección de Dios. Dos de ellas se van. María queda. Su hijo, hecho Dios aparece tras ella y la calma. María sonríe. Su hijo vive. Samuel contempla toda la escena, absorto calla, sin que se dé cuenta María. Dios se dirige a Samuel y también le habla: "Llevarás mi cruz a Tierra Santa, y la envolverás con la tela que ha cubierto mi cara. Emprenderás un camino, que durará siglos. La gente no sabrá de ti, sin embargo, miles de siervos labraran el destino de ahora tu Cruz. Tomarás cuerpo de hombre, y Antonio te llamarás a partir de ahora, y resucitarás a los pueblos muertos por el hambre de un Dios, cómo el Padre Dios hizo conmigo, hasta llegar al último pueble, dónde Dios Padre clavará su espada, apagando la sed de venganza de ricos y pobres. Tendrá un monte igual que el de mi Calvario, donde enterrarás la Cruz. Para ello, resucitarás en cuerpos de hombres nobles, hasta llegar a ese lugar Santo, defendiendo en tu camino la palabra de Dios. Tu cuerpo será enterrado allí, y te adorarán junto a mí."



San Antonio de la Cruz inició el Camino Santo aquel día, donde hizo miles de discípulos, que pasados siglos llegarían a fundar distintas órdenes. En su camino hacía de la escasez la abundancia, por lo que los pueblos muertos resucitaban. Y como Dios dijo, murió él en Tierra Santa, al llegar al su último pueblo. 

En forma de Noble Caballero, hizo camino hacia España, llegando a Murcia, donde encontró el monte anunciado por Jesús. Su espada se alzó con la fuerza divina, siendo guiada por su luz. En su caminar hacia el monte, hizo de la tierra un manantial, naciendo también nuevos rebaños a su paso por el pueblo, que aguardaba en las faldas del monte, dando de beber y comer a todas las gentes que vivían en él.  Al llegar a lo alto de éste, clavó su espada. Dos vacas pastaban en él. Las vacas se trasformaron en Ángeles que anunciaron su muerte. Todos los caballeros se reunieron alrededor de él. Éste, por primera vez, saca la cruz que había estado envuelta en la tela blanca que había tapado el rostro de Dios. La desenvuelve lentamente, quedando todos los caballeros que habían allí asombrados, al ver, ese mismo rostro de Dios, impregnado en ella. 

Ya con la Cruz en la mano, el Noble Caballero se percata de que también en la desnudez de la misma, está grabado su rostro. Decide enterrarla, no sin antes ponerle nombre al monte, como símbolo de la Nueva Orden, que es fundada en ese mismo instante, para salvaguardar el secreto de Dios. Le pone por nombre "Caravaca de la Cruz", cuyo significado real esconde, el lugar escogido por Dios para enterrar su rostro hecho Cruz. En ese momento, la imagen del noble caballero, deja paso a la imagen de Samuel, y es entonces cuando  éste cae muerto.

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