Santuario de Nosa Señora da Barca |
en el río que nos separa. Mi cara se llenó de
alegría, pues llevaba esperándote una vida más un
día.
Mi prima me prestó su bonito pelo negro, para
que yo me lo pusiera, y me peinara delante de
tu espejo, y así hacer nuestro tiempo, para que tú me cruzaras,
mientras yo te espero descalza, en nuestra vieja silla mojada, con mis piernas cruzadas.
Quise pedir ayuda, para hacerme sirena y cruzar juntos
el río, para encontrarnos a mitad de nuestro camino. Pero esas dos
mujeres, me cortaron mis largos cabellos prestados, delante
de tu espejo, por lo que ya no puedo, ser sirena sin antes no esperarte.
Ya no estoy tan bonita como antes, además sigo descalza,
pero te he visto por mi ventana remar, ya cerca de mi casa.
Sentada en la silla te espero con mi corto pelo.
Ya no puedo darte flor, tan sólo esa palabra, con la que
jugábamos los dos: Amor
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