domingo, 21 de mayo de 2017
EL GITANO
Pápa mirá aquel señor,
no hace caso de su reloj.
Déjalo hija, qué su reloj
será cosa mía, por burlarse
del tiempo gitano con esa camisa.
Le rajé las ruedas de su coche con mi navaja,
no lo niego, el coche todos los días lo llevaba
a su trabajo, y el muy cretino, se reía porque
sin cuidarlo ahí seguía estacionado, cuando a él
ya no le quedaba más horario. Pero señor, ¡dales las
llaves a otro conductor! ¡qué necesite trabajar,
para que en esta plaza siga yo con mi bailar!
Se quejaba de que iba despacio, el muy soplón.
¡Usted no me va a mirar a mí más de reojo!
Cuándo usted pase por esta plaza, sin su coche,
y sin su reloj, le prometo que no tendrá tiempo
para echar un vistazo de desprecio a lo que no forma
parte de su alrededor.
Y ahora, cómprese usted otro coche, qué el
que usted no ha querido por despreciarlo,
es bueno para mi y mi espacio. Qué quiero
traer con él al mundo a otro gitano, fuerte y sano.
Le cambiaré las ruedas, aunque sé que no le
he hecho daño, pero usted no se ríe más de él,
por tenerlo estacionado.
Y a esa señorita que cruza despacio la fuente,
usted me la ha vestido de gris, por hacerle
lo mismo que a mí. No sé preocupe, qué las
leyes gitanas, hablarán por mí. Qué el tiempo
qué tanto desprecia sea su justiciero, por seguir
llevando esa camisa, y por no tenerle respeto a esa
señorita.
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