que de nuevo sale el sol.
Cruces de miradas en el fondo
de un local, esperando otra oportunidad.
Puertas cerradas al entrar, puertas que
te indican la salida de una soledad,
y en la distancia las huellas de tu reloj,
que marcan la esperanza de compartir una pasión,
el amor, una charla, o tal vez, un beso al alba,
con la última calada la amordazada razón.
Gente escuchando de pie, sin saber bien qué hacer,
nadie baila, por si tiembla alguna moral muralla,
o de cae la imagen sostenida por cualquier papel,
gente esperando en la cola del baño,
para escapar de la rutina de su mesa,
en busca de una aventura de un escaso rato.
Los problemas se diluyen, no existe la guerra,
no existe el paro, sólo Sara cantando. Un viejo
amigo intentando ligar con la mujer de al lado,
mientras su marido mira al escenario.
Puertas cerradas al entrar, puertas que
te indican la salida de una soledad,
y en la distancia las huellas de tu reloj,
que marcan la esperanza de compartir una pasión,
un amor, una charla, o tal vez, un beso al alba,
con la última calada de la amordazada razón.
Dinero para la diversión, horas para el personal
de la barra, oportunidad para la música, enlace
para las solteras, para los casados el descanso del
hogar que llevan al costado, amor para el que está
en el otro lado, lejos sin esperar nada a cambio,
y tú y yo mirando, sin querer darnos cuenta de todo
lo que está pasando.
Puertas cerradas al entrar, puertas que
te indican la salida de una soledad,
y en la distancia las huellas de tu reloj,
que marcan la esperanza de compartir una pasión,
un amor, una charla, o tal vez, un beso al alba,
con la última calada de la amordazada razón.
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