En el
anacromismo de la historia desde la época barroca, ha creado Pablo Genovés una lucha de esperanzas, representadas a través de la destrucción de una obsoleta teología, de pasiones tristes y de una desfasada moral, para llegar a una ética en calma.
Para entender, lo que Pablo Genovés quiere expresarnos, debes de entender primero, el pensamiento filosófico de Spinoza, así como el término anacronismo y obsolescencia, y las características del arte Barroco. Sólo así cobrará verdadero sentido el sonido que acompaña a las imágenes, sobretodo la lejanía, que después cobra más fuerza, de las voces de los niños jugando, que hacen crecer nuestra afección interior de alegría a través de la pasión de la diversión, sin llegar al hedonismo.
Las imágenes de Pablo Genovés te invitan al despertar del inconsciente. La indiferencia no está permitida. La elección depende sólo de ti: puedes ser libre o seguir estando atado a un tiempo capitalista, donde progreso implica una mejora de lo que ya estaba mejorado, avanzando sólo una parte de la historia, obviando el desecho de la misma, sus cloacas, sus criptas, como un peso a eliminar por estorbar, pues no constituye la dignidad y la pureza del progreso capitalista.
El fuerte progresa. El desecho, lo vergonzoso, los errores históricos, lo débil, simplemente se ignoraran, se abandonan, porque reflejan la imperfección de un sistema que ha dejado poco a poco de funcionar. Un sistema que no llega a entender la funcionalidad de la regresión como método de rectificación y reconversión del desecho en utilidad por el bien social, que no cree que todo sirve para mejorar. Pero amigos, bien creo, que la ignorancia nunca es buena compañera de viaje, por lo menos, durante esta exposición.
El artista expone la esencia surrealista de una época Barroca a través de una temporalidad alternativa y dinámica, eliminando el tradicional tiempo lineal y progresivo, para que alcances con la reflexión, una mayor amplitud e intensidad, como camino que te lleva al altar mayor de un continuo estado de perfeccionamiento inherente al ser humano, siendo este el verdadero progreso de la humanidad.
Por tanto, esta composición de imágenes son en si un Plan de Inmanecencia (Spinoza), es decir una composición en ausencia de forma, color organización y desarrollo, dónde la música inicial te muestra el camino hacia el crecimiento, hasta llegar a una explosión de júbilo, cuando aparecen los primeros sonidos emitidos por unos niños jugando en un tiempo o en un lugar cercano y lejano. Cercano por su reconocimiento, y lejano por la intensidad del movimiento.
Desaparece pues la forma cómo elemento de definición, para encontrar en las relaciones del continuo movimiento y reposo, así como de la velocidad y la lentitud, unidas como una moneda a la afección y al afecto que produce en nosotros esta composición, la auténtica Naturaleza, nuestra Naturaleza, sumergiéndote en pensamientos sobre lo bueno y lo malo, como hilos rojos de esperanza, que no del bien y del mal.
Lo bueno y lo malo no es en si el término definitorio o definitivo del hombre, no conforma un ser, puesto que son cualidades, en contra-prestación al bien y el mal, cómo términos con vida propia, conformando su propia realidad, su propia estructura, a través de la cuál, hemos ido construyendo lineal y progresivamente una arcaica sociedad actual.
Las imágenes de un pasado barroco hundiéndose impactan con nuestro sentimiento de conformismo, de pasividad, de obediencia, de ensoñación, destruyéndolo, como si de un viejo muro se tratase, por dejar de tener función alguna en el sostener de la vida. Te envuelve el movimiento de lo proyectado como una sublime orden para dejar de imaginar y empezar a conocer a través de la cultura otros modelos alternativos de comunidad.
Eliminemos la teatralidad, el lujo, la suntuosidad, el orden, la majestuosidad del poder, sostenido por la dureza de una opaca realidad en forma de serpiente, que implica estar inmerso en un sueño excesivamente decorado y ostentoso.
La Exposición
Entras a la Sala Verónicas, por un hall donde una cortina roja, el único punto de color, separa el minimalista y monocromático templo artístico de la realidad mundana de la calle. Un texto de Miguel Ángel Hernández te da la bienvenida. Después dos imágenes, cómo pistas de un juego por concretar, preludian la exposición.
Las imágenes son dinámicas, superpuestas y con total ausencia de color, que nos adentran hacia la evolución de un tiempo, cuyo fondo son los interiores de los edificios históricos barrocos más emblemáticos, como reflejo de poder, constituyendo los interiores de las Basílicas el noventa por ciento de la exposición, haciendo el artista especial mención a la Basílica de
San Marcos (Venecia).
Al acceder en el interior de la Sala, te encuentras con una gran sala de pureza blanca, y tres proyecciones, una en izquierda de la sala, otra a la derecha y la principal y más amplia en el centro. Cómo el profeta Daniel, parece el artista a invitarnos a reflexionar sobre la simbología de esta posición en cruz. La imagen de la izquierda representaría el símbolo, la imagen central el texto que explica el símbolo, y la imagen de la derecha el significado del símbolo.
Contando que el fondo de estas imágenes dinámicas superpuestas siempre va a ser el interior de una Basílica, nos adentramos para comprobar que son diez la principales fases secuenciales de un cambio. Todo esto envuelto por unos sonidos que provocan en nosotros un estado de excitación y alerta, del que no puedes dejar de dar respuesta.
- La primera superposición: Los primeros signos de contaminación de un sistema.
- Se ven en las tres pantallas unas nubes de tormenta tapando el interior de la Basílica.
- La segunda superposición: el preludio de la tormenta. Inicio de una decadencia.
- En la pantalla principal aparece una Basílica, en cuyo pasillo te sumerges para llegar al altar mayor. Imagen nítida que representa la majestuosidad y pureza de símbolos de una época, domando todos tus sentidos. De repente nace una niebla del óculo del altar mayor, que cada vez se hace más espesa, hasta que envuelve toda la imagen, hasta llegar a tu cabeza. Lo nítido se cubre. Se oculta. Pierde su sentido, su significado. La representación del culto, la esencia de la espiritualidad se va cubriendo poco a poco, para dejarnos después a ciegas en lo mundano. Se disipa el fundamento, los valores de la religión.
- En las pantallas laterales la imagen es prácticamente estática, el fondo muestra una altura, unas escaleras, una parte de arriba, semioculta por una nube de tormenta, cómo algodón blanco ensuciado por la precipitación de los acontecimientos del cambio.
- La tercera superposición: una época apunto de derrumbarse.
- Las imágenes de las tres pantallas son muy parecidas. Un cambio brusco de fondos parcialmente tapados por un muro a punto de desmoronarse, que te produce una confrontación interna. La parte divina, el altar mayor se oculta por el muro, dejando a la vista sólo la parte mundana. Se aprecia un declive. Lo que sostiene la ideología de la época es cada vez más obsoleto y débil. Te produce deseos de cambio, de eliminar ese muro que deje ver otra vez la nobleza de la ideología. Se detiene en la Basílica de San Marcos
- La cuarta superposición: el vaticinio del cambio. Crisis de poder. Estado de anarquía.
- La imagen principal muestra un oráculo de ángeles con un movimiento circular continuo de velocidad aleatoria, aunque inicialmente el movimiento sea lento, deja ver una ausencia de control en el poder. Como de una escotilla de barco se tratase, a través del oráculo vemos una mar disgustada, rabiosa, que empieza a invadir un ciclo de la historia. El pueblo se agita. La locura invade la pantalla, los movimientos son más rápidos y bruscos, rompiendo con el recuerdo de la imagen angelical, casi inocente por su pureza, de la Basílica de la segunda supersposición. El tiempo es curvo no lineal. La luz de cristo crucificado emite un significado, un código para pedir ayuda.
- La imagen de la izquierda: como si de un iceberg se tratase, se muestra una Basílica cuyo fondo, el oculto, representa una cárcel, donde se dejan ver unos brazos pidiendo ayuda por diminutas ventanas, saliendo de una de ellas una serpiente que intenta cortar el vuelo de un ángel. Observas un ángel intentado proteger a la mujer que lleva la bandera. Una mujer, la que más abajo está, sujeta un ancla, como símbolo de control. Los tiempos se superponen. Indicios de modernidad que perforan la actual realidad raída, representada por una arcaica máquina desgastada. Empieza la lucha. Se produce la caída del ángel.
- La imagen de la derecha: representa cuatro máquinas perforando los fondos de un mundo prácticamente amoral. Los ángeles quieren evitar la destrucción. Un sacerdote recriminado por un hombre que representa el juicio humano. Se produce la caída del ángel.
- La quinta superposición: El inicio de una lucha.
- La imagen central muestra con total nitidez, el interior del edificio inundado, pero deja todavía ver su grandeza. Un código de luces muestran una esperanza a la racionalidad.
- Las imágenes laterales, muestra al sistema, el interior de la Basílica, como un barco, donde los espejos reflejan el comienzo de una tormenta en la mar enojada. La nieve hace acto de presencia. El frío se apodera del contexto, pronto entrará dentro. Todavía no se prevee la derrota del sistema.
- La sexta superposición: El avance de una revolución. La tormenta
- Aquí todas las imágenes son prácticamente iguales. Representan un fondo, una Basílica, que por su movimiento de bruscos balanceos representados mayormente por el baile de vaivenes de grandes lámparas, induce a pensar que es el interior de un barco, todavía no usurpado, que está luchando con la tormenta de afuera. La Basílica está inundada por una fotografía estática de la mar, jugando el artista con ella para mostrar unas pequeñas oscilaciones. Los ángeles ya no luchan, se muestran impasibles en las alturas, se rinden, se limitan a observar. Sientes por un momento, la lucha de un sistema por mantenerse, te trasladas a la Revolución Francesa, a sus connotaciones, a lo que representa.
- Las tres pantallas representan lo mismo, una gran ola que llega al techo de las Basílicas. Ya nada puede salvarse, todo está invadido. El poder a caído. El movimiento de la ola, que termina siendo muy lento, juega con el tiempo. Aparecen las voces de los niños. Una nueva generación espera.
- La octava superposición: Las consecuencias de una Revolución.
- Todo aparece derruido, destruido. Todo es un conjunto de ruinas. Ausencia de poder. La naturaleza del hombre es la que manda.
- La novena superposición: Reinos que no florecen. Cambios de sistemas que no convencen.
- En la pantalla principal aparecen unos árboles invernales. No cambia el tiempo, sigue haciendo frío. El cambio producido de poder no convence cómo para pensar que efectivamente se ha producido una auténtica transformación social. Las ramas de los árboles se disipan por un niebla uniforme con todo el fondo de la imagen. Todo queda en blanco, todo desaparece. Las voces de los niños reclaman la importancia de su presencia.
- En la pantalla de la izquierda aparece un sistema abandonado invadido por la naturaleza. Nuestra propia naturaleza es incapaz de crear un modelo que convenza. Los árboles se ven como en el transcurrir del tiempo, como si fueras el espectador del tiempo en movimiento. Eres tú como persona el que causa el movimiento. La niebla los oculta para empezar un nuevo proceso que irá repitiendo estás mismas fases a lo largo del tiempo. Así hasta encontrar un proceso tan evolucionado que rompa con esta secuencia de acontecimientos.
- En la pantalla de la derecha, se observa a través de los árboles una sala con una silla en perfectas condiciones. No todo está destruido, hasta que te das cuenta que la niebla vuelve hacer acto de presencia, desapareciendo la esencia de una época.
- La décima superposición: Todo desaparece
- Todo vuelve a desaparecer por una nube. Las voces de los niños también desaparecen, volviendo el sonido inicial. La sociedad todavía no ha evolucionado lo suficiente como para que desaparezcan movimientos sociales que impiden ver nuestra propia esencia.
- La undécima superposición: Hacia la evolución del conocimiento.
- Es el edificio en el que nos encontramos, la pureza de su amplitud en ausencia de la contaminación de elementos decorativos. Eres tú con el espacio, con la propia naturaleza en equilibrio con un sistema, con el conocimiento.
Para terminar Pablo Genovés nos presenta de una manera sutil a través de una proyección de un mar inundando el interior de una Basílica, cuyo movimiento es prácticamente imperceptible, reflejando una temporalidad, cómo puede poco a poco desaparecer una ideología por estar en falta de consonancia con la naturaleza humana y/o por la falta de evolución de la misma.
De igual forma representa la utilidad del aprendizaje de lo vivido a través unas lineas rojas de esperanza, de unión, que hacen que cobre sentido los errores de una época, representados por unas criptas, que nos ayudaran a alcanzar la auténtica esencia de nuestra evolución.