miércoles, 23 de noviembre de 2016

Léucade







Una cosa es la imagen y otra cosa es el recuerdo. Mirar unos ojos azules dentro de una tez blanca de un espejo, para reflejar el encanto de un ser, que grita:

 - ¡Aquí estoy! dentro de la prudencia descrita por mi pintor. Me gustaría salir a contaros, qué estoy bien, aún lejos de pretender entenderos. Porque mi pintor, no me abstrajo para eso. El entender debe de ser vuestro, pues mi sencilla imagen, da un vuelco, al intentar resguardarme del mundo con mi suerte, en forma de abrigo azul inerte. Qué la libertad de mi pelo lo toque, para que la esperanza de mi seno, me haga hablar, en vez, de esperar, la roja tendencia de la disposición de tu mirada, cuyos ojos sacan mi alma acrilizada.




Salgo de paseo, con mi carcasa a cuerpo, hoy no me he peinado, ni he comido, ni he jugado, tan sólo, espero en cualquier semáforo. Da igual el color que me indique a continuación, ese dichoso artefacto, que para vidas y provoca infartos, porque mis ojos ya están tapados.

Mis vísceras se quedaron en mi cocina, por lo que el aire pasa a través de mis venas. Mis manos pretenden llegar al suelo, pero mis rodillas les impiden el juego. No siento el peso, ni el abucheo del ruido que quedó a lo lejos. Tan solo la suave brisa que roza la huella que me va hundiendo.

La cabeza se la llevó el viento, cuando quiso reconstruir el tiempo.

Y mi sombra es la puerta que me llevó al infierno, del que no siente, ni escucha, ni padece. Y mi contenido es tu reflejo, en mi inmenso hueco, que ocupa la mente, el corazón y el cuerpo.

Cementerio de hormigón, es la calle cuando no hay resplandor. Almas duras, vacías y ciegas, que esperan ser rellenadas, con el reflejo de la vida de aquél que se escapa, de la eterna muerte de la falacia. Atrapan tu vida, para ellas llenarse del dichoso placer que posee una persona, sencillamente, porque lo ES.



..........primera parte

domingo, 20 de noviembre de 2016

Por mis piernas nace un río

Con espadas en mi vientre,
va tejiendo mi mente, un
recuerdo de aroma infantil.

De espesura la tierra se encoje,
para ver nacer el trigo, que la sonroje.
Mis labios reclaman la presencia del ocre,
para que se sellen con tu bronce.

Por mis piernas nace el río que tu mano teje,
hasta desembocar en la poza del consuelo, 
donde el corazón lo protege, para soslayar
el recuerdo.



sábado, 19 de noviembre de 2016

La Cátedra de un Niño

Me dispongo a sentarme en un banco del jardín de la Universidad. Un niño de cinco años, con la idiosincrasia de un Dios mayor, chuta un balón por encima de él. No hay nada extraño. En principio. Sé que lo que mis ojos están presenciando, es una secuencia de un mismo momento, en otro tiempo, o otro entorno. Un lenguaje universal. El niño mide escasamente un metro. El dominio del balón es mecánicamente perfecto. El sonido de su chute es un chasquido de latidos prominentes, que abarcan la selección de todo un estado de bienestar para mis oídos, y tal vez también, para los oídos del desconocido que está sentado junto a mí, compartiendo mi descanso. 

El balón se eleva por encima de lo normal. El niño cuasi escuálido, no manifiesta ningún tipo de sentimiento. Sus ojos se limitan a imitar sincronizadamente la elevación del balón. En el control de este movimiento hay un mar de dominio, que destaca cómo luz cegadora, en el devenir de los transeúntes. 

Al bajar el balón, el niño recoge un gesto de duda, que combina con el granate de mi blusa. Sin derramar un atisbo de pleno dominio en su compostura, la duda continua, aún cuando todavía su pie, hace del balón un preso del suelo. Mira a sus compañeros. Y piensa en seguir el juego, aún sabiendo, que lo único que domina a la perfección el trozo de cuero, son sus reflejos. Se gira con la frialdad de la brusquedad. Y con el desdén de la simplicidad de un ser superior, chuta, y sus ojos saborean la victoria de un gol, cuando el balón llega a los pies de su compañero, y continua el juego.

¡Eureka! pienso yo. Acabo de descubrir la gravitación, de aquello que se esconde en la humildad de la plaza de cualquier Universidad. El niño al mezclarse en el óvalo de un único equipo, hace que pierda la referencia de su imagen. Por un momento, lo confundo con la figura de aquél que eleva su cátedra. Figura desvirtuada por la distancia, como la visión de esa alumna, que por llegar tarde, se sienta en la última fila de una esquina, sin perder la esperanza.









domingo, 13 de noviembre de 2016

Somalia rompe aguas

Una palmera negra espera un parto en sus raíces. Todos callan mientras Somalia rompe aguas. La hembra ya a abierto sus piernas. Los rayos de la luna clara penetran para alumbrar la nueva llegada. La roca húmeda le quita el sudor de su espalda mojada. El primer gemido, el primer duelo del vientre, por saber que va a perder todo un continente. Somalia calla, y espera al siguiente duelo, entre sus entrañas y el cielo. La luna ríe. Enseguida tendrá un nuevo engendro, para iluminar en las noches de viento. El tercer esfuerzo es, para ver nacer la cabeza de un nuevo pueblo. El cuarto necesita de la asistencia de un médico, porque significa la muerte de la gesta, que ocupaba la vida de sus adentros. Sin fronteras, llega el quinto sobresalto, con un llanto que rompe el engaño del placebo. El hambre y el dolor cubren el hueco, hasta que el sexto acompañado de sangre sacan a un nuevo pueblo. 



domingo, 6 de noviembre de 2016

Zermo

Cielo, tierra y aire en una sola esfinge de lana.
Coloca el arma de manera inapropiada, para que
todo el mundo sepa de tus colores en la pincelada.

El rompecabezas trata de rendir homenaje este año,
a la sátira de la cubierta más abierta. Pero tú no te rías,
ni de la Bruja brisa, pues ciñe su espejo al tesón de su cuerpo.

Cuando cante el gallo tres veces, no huyas, espera.
Espera a que la mañana templada te de los buenos días,
y tú solamente tengas que esperar, la espalda de una
libreta mojada, al tesón de tu cuerpo envuelto de sueños.

No caigas en el error de ser un discípulo de las letras inacabadas,
porque en la tierra eso no se tiene en cuenta, sólo la piedra en
forma de calavera, que juega con la primavera del invierno,
para convertirse en cuerpo de mujer, en la que esculpir el zermo.

La estenosis de un cigarrillo, de un velo, de un reto,
será el juego de los niños en invierno, con luces de colores, y
veletas al viento. El sudor calmará su sed por un momento
de sondeo, de políticas inciertas y de televisiones en abierto.

La rama del olivo estridente cae al suelo, y se deposita cerca
del basurero, para que la paloma la recoja y la vuelva alzar
al viento. Y no importa que no broten hojas verdes, porque
en el esfuerzo de la paloma está todo el brote sincero.






martes, 1 de noviembre de 2016

La naturaleza de mi Dios antes de morir

29-agosto-1900, Weimar

-Corta la rama para que se caiga. Necesitamos tres kilos de leña. Hoy hace frío, y necesitamos calentarnos. ¡Encended la caldera! El aire quema. Dame ese cigarrillo. Necesito ver como sale el humo de mi boca.

-¡Venga salgamos!

-Antes hay que encender la caldera.

-¡No! Mira tu reloj, van a dar las nueve. Está a punto de llegar.

-Pero, !por Dios! ¿por qué hace hoy tanto frío?

-¡Ja, ja, ja! Cómo se vuelva a despertar te va a dar.

-Cómo se vuelva a despertar, va a ser él, el que va a ir a cortar esa maldita leña.

-Pero ¿cómo alguien así, se puede volver loco? Sabes dicen que estaba loco. Además creo que contrajo la sífilis. Yo no lo toco por si acaso.

-El señor Breuer nos va a dar veinte marcos de oro a cada uno, si encontramos la nota.

-Pero ¿no eran amigos?

-No hagas preguntas. En estos casos es mejor ser sigilosos. En estos casos es mejor saber poco.

-Ya lo traen. Traer las linternas.

-Toma tus veinte marcos.

-Por desenterrar un cadáver, poco me parece. La policía ha estado a punto de pillarme.

-No hay más. Ya  sabías cuál era la parte del trato. El Señor Breuer lo dejó bien claro.

-De acuerdo, pues ahí tienes tu cadáver. Dame el dinero. Buenas noches caballeros.

-Buenas Noches.

-Ponerlo encima de la mesa, registrarle los bolsillos,

-No hay nada.

-Desnudarlo.

-Pero.

-Nada de peros, desnúdalo.

-Quítale los pantalones.

-Está bien.

-Cómo huele a medicinas. Yo le quito la chaqueta. El hedor es soportable todavía.

-Acerca las velas ¿Está ya?

-Sí.

-¿Dónde puede estar esa dichosa nota?

-Yo una vez me guardé unas medias en la barba, para que mi mujer no las encontrase. Aún así las encontró ¡Pero no se dio cuenta de que no eran suyas! ¡Ja, ja ja!

-Puede ser una opción. Compruébalo.

-Encuentras algo.

-Sí.

-¿Qué es?

-Una especie de pañuelo. ¡No puede ser! Por lo que se ve, el mismo muerto ordenó guardarlo ahí.

-Hay algo escrito en él.

-¿Qué pone?

-Acerca la vela un poco más. La, la natuuura  lezaaa...



"La naturaleza de mi Dios antes de morir. 

Quise comprender la humanidad dentro de su propia perplejidad. Pero el quejido fue más fuerte, que lo que estaba permitido por el inconsciente, querido amigo. Cómo soportar un año más de locura, cuando, en verdad, lo único que quiero es descansar en paz. La paz querido amigo, es mi Dios ahora mismo. No quiero fingir más. Toda la vida esperando un sueño electo, y al fin lo encuentro, en este silencio. Mañana estaré muerto. Me duelen los huesos, sin embargo, mi lucidez llega al extremo. Cómo me gustaría seguir la línea del que no tiene que abandonar, pero no puedo. La luz llega a mi encuentro. Me gustaría que mi mortaja fueran las palabras. Cubierto de palabras me daría al encuentro con el inframundo si es preciso, donde espero encontrar el camino hacia ese mundo, del que tanto hemos hablado tú y yo, ese al que no supe escuchar a tiempo. Ese al que no supe entender, por no entender el lenguaje de sus quejas, y los sinsabores de sus metas. Quedé lento en su respuesta. Tal vez, si hubiese escrito algún libro más. Pero no ha podido ser. Y si por casualidad, me encontrara con un mundo sin historia, no me haría falta libro por escribir, pues el pensamiento sería tan intangible como la vida en él. Breuer estábamos equivocados en todo. El inconsciente no es lo que nosotros habíamos creído todo este tiempo. Todo es consciente, sólo es relativo por el tiempo. Tienes que entenderlo. Lo que sé, lo sé por viejo, no hay más explicación. Conocí al consciente de la mano de mi mente. La pureza extrema del conocimiento, se consigue a partir de la efímera leyenda. No hay tal pureza. Sólo somos esqueletos con algo de tela. Somos aire de un abanico, fuego de una chimenea. Esa es la pureza, querido amigo, la leyenda. La mente tiene ganada la lucha por la victoria del saber. Y  paradógicamente me estremezco a saber, que cuando yo muera mi mente nunca más me va a reconocer, por lo que verdaderamente estaré doblemente muerto."