INTRODUCCIÓN A DIA-RIO
EL HALL
Cómo si de un lánguido piso de escasos metros se tratara, representativo de una etapa de decadencia del siglo XX, nos recibe inicialmente
Concha Jerez en su exposición, su casa, donde la realidad se ve a través del filtro de la creación.
Nada más abrirse las puertas de la Sala Verónicas, el siglo XX nos invita a pasar a su entrada, reflejo del contexto social de sus primeras décadas. Ésta se compone de una repisa de cristal. Encima de esta repisa hay tres marcos y un arlequín. El marco del centro encierra la imagen de dos hermanas con aspecto jovial, vestidas con la indumentaria establecida en aquel momento, para poder asistir a la celebración de una misa. El marco situado a la derecha, nos muestra la fotografía de un colegial de unos nueve años, con un libro en la mano, donde su apoyo es una mesita situada a su derecha. Encima de esta mesita se observa una gorra de militar.
El marco que está situado más a la izquierda está vacío, esperando sigiloso, en la sombra de la ausencia, a ser completado, para poder terminar de representar una familia. Esta ausencia te invita a entrar dentro de ese marco, que, aunque cerrado por cuatro lados, representando así, el aspecto más humano de una existencia, te hacen sentir partícipe de una familia de acontecimientos de todo un siglo.
El
arlequín nos muestra una figura hidálguica, triste, blanca con matices negros. . En su tristeza afloran dos estrellas doradas, que se cultivan fervientemente en sus mejillas. Ocultarse al mundo a través de una máscara de pintura, para dejar de ser humano, y aliviar así el dolor, que nos producen las consecuencias de nuestros impulsos más primitivos, reflejo de un fácil hedonismo, obviando la realidad con banalidades, es la partida de toda transformación. Al ser una figura, su dosis en la acepción cruel de la realidad es mayor. Pudiera ser, en un margen de interpretación abierta, que si culminara el arlequín en humano a través de un proceso de transformación, quedara completa esta composición familiar.
Este hall de mediados de siglo, es la conjunción de una serie de conceptos: educación, rigidez y disciplina, representada por la figura masculina. Religión y distensión, que deja entrever una cierta ausencia de responsabilidad y poder, representada por las dos figuras femeninas. Familia y valores, representada por el retrato vacío. Y proceso de humanización, reflejado por la figura del arlequín. Todos estos conceptos se sostienen gracias a la realidad social de un momento, representada por el cristal de la repisa.
LA HABITACIÓN
Los años ochenta son introducidos por Concha por medio de un cuadro, donde se muestra una habitación. La habitación representa los conceptos de orden, cambio, transición, sistematización, normalización, proceso de apertura, libertad, esperanza, proceso de modernización, humildad, realidad y rota utopía.
Esta habitación de finales de los setenta y principios de los ochenta, nos muestra el proceso de la transición española. En la habitación aparecen unas cajas abiertas de ropa de mujer dispuesta para ser sacada. Las cajas contienen unos agujeros en su lateral, semejando una cara sonriente. Al lado de estas cajas, un soporte, que hace de mesa, cubierto por un telar amarillo, donde se dispone la ropa. La ropa mantiene un cierto orden, dentro de un desorden. A la izquierda de las cajas, aparece colgado de una percha un traje de chaqueta gris a cuadros, cómo si de un uniforme se tratase, y a su derecha un jersey rojo. La chaqueta verde representa la esperanza a un proceso de cambio, a un sistema mejor.
Encima de las cajas, aparece una ventana cerrada de cristal. El cristal es parcialmente opaco. Deja pasar la luz, pero no deja ver con nitidez el exterior. En la parte de afuera de la ventana una planta verde, y una enredadera subiendo por el marco central de la ventana. Aparece la palabra "broquen" pegada en la parte interior de la hoja izquierda de la ventana. En la parte exterior de la hoja derecha de la ventana, aparece pegada la palabra utopía. Esta palabra aunque legible, se muestra algo distorsionada. Si se leen las palabras desde el exterior, la perspectiva cambia. En la izquierda se situaría la palabra utopía, y en la derecha "broquen".
La humildad con la que se dispone la habitación, representa la realidad del contexto socio-económico de aquella época, es decir, nos muestra los comienzos de un país en vía de desarrollo y crecimiento. El exterior refleja la utopía de toda salvación: la libertad, la apertura, los derechos, el desarrollo, el avance. El cambio se ve representado por la chaqueta gris, el jersey rojo y por el color amarillo. Se pasa de un estado rígido a un estado más moderno y flexible. La ropa, toda ella femenina, representa una nueva ideología. Esta nueva ideología ocultada y cerrada inicialmente, es introducida, por una serie de organizaciones, con cierta premura a un nuevo contexto social, produciéndose cierto desorden en su disposición.
La realidad se representa a través del cristal de la ventana. La ventana al estar cerrada separa dos contextos. El interior y el exterior. Su opacidad no deja ver con claridad el exterior, dejando entrar la luz, y dejando ver un rasgo de vida y progreso. La utopía de encontrar un mundo mejor, separado por el límite de la prohibición, hace que se distorsione la percepción del exterior.
Se puede llevar esta reflexión a cualquier contexto, como por ejemplo, el de la liberación de la mujer a través del proceso de la transición española.
Al cuadro de la habitación le siguen tres retratos colgados en la pared vacíos, esperando ser rellenados, por una nueva cultura entrante, así como por los nuevos modelos de una estructura social.
La decoración guarda una humildad exquisita: Una muñeca elaborada con calcetines, un florero rellenado con papel... nos invita a pensar en la inexistencia del modelo de sociedad consumista en aquella época.
Junto a estos retratos aparece otro, en el que se refleja un paisaje montañoso. No es de extrañar, que aparezca una montaña como símbolo de elevación, fuerza y poder, así como de división, de separación de territorios, pues guarda una relación estrecha y directa con los ríos. Y cómo veremos más adelante, Concha refleja la realidad de la humanidad a través de este elemento.
El río es nuestra vida, es nuestro tiempo, es nuestra agua, es nuestro cambio. Somos nosotros en movimiento. Piezas de un gran elemento. El río no implica pureza, es una composición de mezclas: roca, arena, vegetación, vida. Al romper la dureza de un sistema, la aureola de ideas hacen de arena, para que crezcan nuevos brotes verdes que hagan de inerte vida.
Me van a permitir que termine esta introducción con un
anuncio, donde lo tópico es utópico.
(b-6, Sartre)