Cocinando con paciencia, mi vida se presenta.
Un muro solsticial por escalar o derribar, en la temprana existencia de una moralidad.
¿Cuándo alguien hace merecer, posibles coleadas a recoger, por las ansias a envanecer?
No me mires, si me estás viendo, entre vientre y pecho,
No descanses, si estás presumiendo, de tu atuendo de piles curtidas al viento, por la sal y el pensamiento.
No hagas de la proyección acimutal de mi cabeza un círculo de rumbo tomar, si la estola que me viste, no hace honor al brillo de la conciencia en su devenir a endulzar. A endulzar soles de primavera con un otoño sin dejar escapar, en la temprana edad de una infancia surgida en el réquiem de la soledad.
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