Agua cayendo al foso de un bien inesperado,
de júbilo y alboroto, de nuestra tierra en esbozo.
Sol penetrante, que te abraza y te invita a quedarte,
para elevarte a unos placeres, poco conocidos en el arte.
Ruidos incesantes, que juegan hasta el alba,
para hacernos participes de nuestra más
alta lealtad, a todo aquello que no hallemos en controlar.
Pies, manos, cintura y cuello, en el estrecho pecho,
de sentimientos que siguen el curso, de otra vez,
esa agua cayendo, a los cielos de un universo paralelo,
dónde nos espera, la complacencia sabia de nuestros abuelos.
¡La más bella de las batallas! será ver, estamentos de infiernos,
en unas alturas que provocarán, sus más helados inviernos,
destrozándolos bajo, de otra vez, ese sol penetrante, que hará
mostrar, la más bella de las sonrisas, jamás ganada, en un instante.
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