Conocimiento de causas abiertas, en un punto
de las miras más estechas. No hay mal que por bien no venga,
aunque en el camino se dejen atrás las hojas muertas.
No entiendo el calor de una ciudad cuando su verde es el
que te hace madurar. Cualquier ciudad te puede curar, si
en ella escondes la verdad.
La verdad de una mente sin necesidad de procrear al
enseñar. Coordenadas de norte y sur, abiertas para que
cualquiera pueda acceder a sus puertas.
¿No es un ángel aquello que se divisa en el cielo, o tal vez
es un escarabajo buscando el sueño? Sea lo que fuere, ya
no tiene marcha atrás.
Marcha atrás para caminar, en una senda que es de tu ciudad,
cuna de humildad y sinceridad, cuando echas a volar.
No tienen tus ojos unos colores que tan sólo el Dios de los
proverbios puede llegar a entender?
¿No pertenecen a Peter Pan? Política en tus manos, en tu boca
un pedazo de estalo, el ensayo de un preludio de encanto.
Bien gobernados para la prosperidad de la ciudad, cuando
se unan los cielos de colores estrechos, que no se ven al
alba, solamente cuando se calla la almagama.
No encierres tu destino, acaba de llegar, entre las olas de
esta ciudad, serás tú, el camino que transite hasta esa prosperidad.
Ya está todo dicho, porque del cielo se aclama el entierro.
No te preocupes más por las olas, que de ti nacerá las amapolas.
Rojas como el viento, verdes cómo el esperpento.
Tal vez esté todo dicho, de tus ojos nacerá nuestro destino.
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