miércoles, 24 de agosto de 2016

Los cadáveres del río Jabul


Los cadáveres del río Jabul se contaban a decenas. Se podían distinguir claramente, los niños, mezclados con los ancianos y los animales. El hedor era prácticamente insoportable. La samaritana corriente del río, parecía intensificarse, por momentos, para no apilar los cuerpos en los meandros, evitando con ello, presas naturales de putrefacción.

Las pequeñas cascadas, que en antaño, eran dignas de alabanza, por la hermosura de la caída de sus aguas, la cuales iban formando cortejos de bailes, con las rocas desgastadas, hasta subyacer en el frondoso fondo de pequeñas lagunas verdes, mezcladas con los cándidos rayos de luz que impregnaban con fuerza la estampa de la frescura del entorno, transformando aquel lugar, en sucesivas estampas estáticas de espacio, lugar y tiempo, se convirtieron en aguas rojas, que salpicaban los ojos de los animales, que se acercaban a la orilla a beber. 

Las rocas, cedieron su sitio a los cadáveres, para bailar altaneramente con la corriente del río, llevando su perfecto compás, para después terminar haciendo una reverencia a la caída del agua, cómo un acto de educación ante una eminente despedida, para incorporarse otra vez, a un nuevo cauce más tranquilo.

Con el frescor de la caída de la noche, el rabioso hedor pareció calmarse. Sólo se podía escuchar la fuerte corriente del río. La belleza del lugar ganó espacio, gracias a la confusa oscuridad. La quietud quiso hacer acto de presencia, como buena compañera de viaje de los muertos, que todavía bajaban por el río.

Pero apareció el alba, y con el alba, una estrella que parecía ganar intensidad con la luz del día. Sonó un gran estruendo, que pareció salir de la lejanía de la estrella. Al principio era prácticamente imperceptible, pero conforme pasaban los minutos, se hizo cada vez, más constante. Después el ruido tornó a un cierto sonido más familiar, como el seseo de una serpiente, reptando góticamente, hacia, una cierta semejanza de música celestial. Los acordes se mimetizaron con el ruido de las aguas, y cómo ángeles caídos de un infierno, se trasformaron en una palabra. La palabra  FSTAM FORAM.

Los cadáveres empezaron a llegar al destino marcado. Una laguna que ellos mismos habían formado, tras apilarse con las rocas,  cómo si todos ellos se hubieran puesto de acuerdo, para terminar con ese cansado viaje.

La música, era cada vez mas ruda y seca, y la palabra FSTAM FORAM, retumbaba exquisitamente, para armonizar el atroz escenario. Una sombra apareció de la oscura pared que conformaba, la pequeña farda de la montaña. La sombra adquirió la fuerza de la figura de una mujer, vestida con túnica blanca, elegantemente raída. La figura se elevó por encima de las aguas, para después caminar sobre ellas. La música dejó paso a su voz, que repetía continuamente la misma palabra FSTAM FORAM

La extraña figura, recorrió el mismo trayecto, que un día antes habían hecho los muertos. Y al llegar al lago, donde estaban apilados todos ellos, se volvió a elevar unos centímetros, para flotar sobre ellos. Su cabello era dorado y fecundo, sobrepasaba todo su hermoso y delicado cuerpo, y estaba dotado de ciertos movimientos de fiereza sobrehumana, que hacían que éste, se rozase con todos y cada uno de los cuerpos, cómo paño que intenta sacar brillo a la muerte. Mientras levitaba sobre los cadáveres, no cesaba de repetir FSTAM FORAM. Una vez hubo caminado sobre todos ellos, su cuerpo se hundió lentamente, en las tranquilas aguas del lago, tornándose el agua de un precioso color azul intenso. 




En ese mismo momento, la misma estrella que apareció en el lago, apareció también en una isla del pacífico, donde el mismo número de hombres y mujeres adultos, que el número de hombres y mujeres muertos del lago, entraron en un extraño y latente estado de shock . Los hombres, independientemente de su inclinación sexual, y de sus parejas, se dirigieron hacia las mujeres, y de una manera brusca e inesperada, procedieron a someterlas carnalmente. 

Ellas en estado de trance, procedieron a un ritual de movimientos, que facilitaba la usurpación de sus vientres. Cómo el río que se dirigía al lago artificial formado por los muertos, los instintos iban penetrando, con un placer inusual en las carnes de ellas. El goce hacía que en toda la isla sólo se pudiera escuchar los jadeos, imitando la palabra FSTAM FORAM. La brusquedad varonil, se hizo máxima, y ellas en un acto de inclinación fecunda, abrieron sus piernas, como cuencos herméticos, para no dar lugar, al derrame de sus fluidos. El sentimiento de amor, era máximo, desconocido, no humano, que hacía que el calor de las carnes, se fundiera en el más respetable de los deseos.

Todas ellas quedaron preñadas, y como si nada hubiera pasado, se volvió a la normalidad, en la isla. Nadie, jamás, hizo mención de lo sucedido, en aquella madrugada. Inexplicablemente, dejó de existir en sus mentes, hasta que a los nueve meses nacieron, tanto niños y niñas, cómo hombres y mujeres muertos en el lago. Todos ellos nacieron con el mismo color de ojos. Un color azul tan intenso, como la intensidad del azul del lago. 

Conforme iban creciendo, las mentes de estos niños y niñas, fueron llenándose de unos recuerdos jamás vividos. Sus vidas eran parcelas perfectamente cuidas por las circunstancias...

...Hasta que un día uno de ellos, decidió organizar un viaje, por motivos de trabajo. Un viaje al río Jabul....


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