Un salto en la medianoche de la almohada,
coloca al intruso en tu cama. Pero, que no pare
el cortejo de los desencuentros, con las alondras
blancas, por volar al ras de un techo, recién hecho.
!Qué no te ha quedado claro! pues yo te lo vuelvo a
explicar despacio. Una, dos y tres, son las horas que tu
alma pierde cada mañana, en busca de un cielo, que vuela
al ras de un suelo, esperando las ansiadas alondras, de tu
trecha madrugada.
¡Ah, qué ya te ha quedado claro, qué fluye en ti la codicia del ansia, para llegar a la calma! pero no debes preocuparte,
porque esa, es tu condición más valorada.
Suerte de ser de tu amanecer, por saber que tu mirada
vuelve a resplandecer.
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