Ahora que, todos los españoles sabemos a qué sabe una medalla de oro, por el coraje de Carolina Marín. Ahora que todos hemos intentado dar también nuestro salto al caminar, o al levantarnos del sofá de casa, o del asiento de nuestro coche, sintiendo el impulso de Ruth Beitia.
Ahora que, cuando vemos a los chiquillos/as jugando al baloncesto en el parque de enfrente de casa, no poder dejar de imaginar estar viendo, a los doce jugadores y jugadoras de baloncesto, que han conformado el equipo olímpico de las respectivas selecciones.
Ahora que, cuándo cogemos una escoba, o fregona...y por un instante soñamos estar dando paladas hacia nuestros sueños, deslizándonos sobre las gotas de nuestro propio sudor, como lo han hecho Saul Craviotto, Cristian Toro, Marcus Cooper Waltz o Maialen Chourraut. Ahora que, cuándo vemos una piragüa en un río, en el mar, o simplemente reposada en la arena, se nos convierte en bandera, que ondea en el más profundo sentimiento del orgullo español.
Ahora que, el vídeo del equipo español de gimnasia ritmica, estará siendo visto ahora mismo, una y otra vez, por todas aquellas entrenadoras de gimnasia rítmica, para convertirlo en una lección de superación, que dar algún día, a todas esas gimnastas de cinco o seis años.
Ahora que, cuando vemos a esas madres o padres, que no han tenido tiempo de hacer deporte en todo el año, y por un momento, hacen el esfuerzo de completar un largo, en esas piscinas olímpicas de verano, siendo animados por el resto de público de la misma, desde la empatía , para que puedan obtener la preciada medalla de un cierto orgullo, el mismo conseguido y que nos ha proporcionado Mireia Belmonte.
Ahora que, todos somos Rafa Nadal y Marc López, cuando en una cena de dos parejas, donde la pelota de la indirecta, va de un campo a otro, cómo si se estuviera disputando esa misma final olímpica de tenis en dobles, hasta conseguir lograr ver la cara desencajada de la pareja contrincante, por ende, mejores amigos o familiares, por las dejadas caer.
Ahora que hemos sido la bandera de Orlando Ortega, ahora que formamos parte de la historia de Lidia Valentín, ahora que hemos sentido el dolor de Ainhoa Murua, ahora que hemos luchado con Eva Calvo y Joel González Bonilla, con la misma ilusión, cómo cuando logras después de una lucha, dar la cena a tu hijo/a, o que se cure de una larga enfermedad, cómo cuando sales corriendo y logras detenerlos a tiempo, antes de que lleguen a cruzar solos la carretera, o cómo cuando les das ánimos, para que vuelvan a intentar sacar esa nota que no han podido lograr, o para que luchen contra el dolor, después de una lesión u operación.
Ahora que, todos y cada uno de los deportistas españoles, que han participado en las Olimpiadas de Rio 2016, han logrado durante unas semanas, sacarnos de la rutinas de nuestras vidas, y nos han hecho sentir, ser deportistas de élite, de formar parte del team dream de nuestra sociedad. Ahora que, nos han vuelto a recordar el valor del esfuerzo, la dedicación, la lucha, la constancia, ahora más que nunca... GRACIAS.
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