domingo, 29 de noviembre de 2015

Puedo...Puedes

-¿Puedo entrar?

--¿Por qué lo preguntas?

- Porque estoy afuera.

--Sí, ya lo veo.

-Te repito ¿ puedo entrar?

--Si entras, no vas a estar afuera, lo sabes ¿verdad?

-Sí, lo sé ¿por qué me preguntas esa obviedad?

--La mayoría de nosotros cuándo preguntamos si podemos entrar, es porqué ya estamos echando de menos los pasos que hemos dejado atrás.

-No creo que yo eche de menos mis pasos, sólo echaría de menos, los gestos de tu boca, tu entonación, tus palabras dichas, pero no mis pasos dados.

--Entra.
Cierra la puerta, se ha levantado aire y tengo frío.

-De acuerdo, ahora mismo la cierro.

-¿Déjame que me acerque para verte la cara?

--¿Por qué?

-No te conviene que preguntes por los "por qués", empiezo a sentir tu debilidad, además sabes las respuestas de todas tus preguntas, antes de que se formulen en tu cabeza. No me engañas.
!Quiero verte la cara!

--Pues aquí la tienes ¡mírala! ¡mírala bien! y no te olvides de ella ¡nunca!...¡nunca!...¡nunca!

-Eso es, échame tu aliento, acércate más, noto tu respirar, noto tus latidos...deberías hacer más ejercicio, están muy acelerados y todavía no te he tocado.

--Te volvería a matar, lo sabes.

-Sí, lo sé.

Ya lo hiciste hace dos años, cuando tu padre nos prometió que jamás nos iba a acusar de traición. Y fue entonces...

--Y entonces, ¡qué!

-No me hables con ese tono. Dejémoslo estar.

--Sí, te acusé.. te acusé... te acusé por no preguntarme hace dos años si podías entrar, para verme la cara.
Te quise con toda mi alma, y mi alma quedó quebrantada, y yo quebré tus alas.

-Acércate más, para no dejar de notar tu respirar, me gusta ver como se mueve tu pecho.

--Sabes que un pájaro, no puede querer a una niña.

-Ya te quise hace dos años, y esas alas que quebraste te tocaron, y te hicieron volar a lo más alto.

--Sí, y todas las noches soñaba con ello, con las huellas que me habías dejado en el pecho, intentando descubrir que había dentro. Pero eso, ya pasó, yo te maté.

-¿Por qué?

--¿Estás inseguro?
 Porque mi padre no lo hizo, y tú no tenías que vivir.

-¿Por qué?

--Porque fui yo quien te parí. Te enseñé palabras, te enseñé a volar. Te escondí debajo de mi almohada, y todas las noches, cuando venía del colegio y estaba agotada, tú eras quien me consolaba, quién me animaba. Después un día, mi padre entró, y me oyó hablar con la almohada, pensaba, que era natural en una niña de once años de edad, que estaba sola sin hermanas. Hasta que un día me arañaste toda la cara, por alejarte de mi cama. Intentaste arrebatarme el corazón, me arrancaste un diente, me rompiste un dedo, me cortaste el pelo y no lo dejabas crecer, destrozaste el vestido de huertana que me cosió mi madre, y después te lo pusiste para reírte de él. 

Un día, quisiste tirarme por la ventana, ataste la sábana a mi cabeza, me empujaste, y yo intenté defenderme, pero tú no cesabas, por lo que cogí mis tenazas y te corté en mil pedazos, todo estaba empapado de ti, tardé tres días en limpiar la habitación, para no dejar rastro. Metí algunos de tus pedazos en una caja, y los introduje debajo de la almohada a mi padre. Mi padre al verlos se asustó, supongo que fue por la sangre que vió, y gritó cuándo se percató que yo estaba inmersa en un charco de sangre. Me cogió lentamente sin decir nada, y me limpió cómo cuando era bebé. Me miraba con los ojos bañados en lágrimas, fueron estas las que realmente me limpiaron ¡todavía me miro las uñas y me veo las manchas rojas, y el rastro de sangre dejado, semejante al de Pelópidas! Sonámbulo en sus absortos pensamientos, mi padre me llevó al hospital más cercano, y ya no recuerdo más !sí, perdón! recuerdo la cara inerte de mi padre, sin expresión en su mirada, conduciendo sin presencia de su alma. Recuerdo... sí... que hace tres meses que estoy aquí otra vez. Me olvidé de ti también durante mi ausencia, pero ahora me visitas de nuevo, aunque sepa que estás muerto, y mi cabeza empieza a llenarse de recuerdos.

-Recuerda, por favor, recuerda, mírate bien las manos, y mira tu escritorio. Tu padre lo limpió, pero yo fui precavido, y en mi hastío escondí un dibujo tuyo debajo del cajón.
Por favor, míralo.

--Sí, ya lo veo.



Mi cabeza me da vueltas, no puedo pensar.
No quiero pensar ¿Qué me pasa?
Te veo borroso, no me siento.

-Recuerda ¡hazlo!

-- Fue pintado de una manera tan dúctil, cómo la mano de Dios en el altar mayor.
No digas más, qué ya recuerdo.
Recuerdo cómo rompí mi traje de huertana porque no me gustaba el lazo de mi espalda.
Recuerdo que me enfadé con mi mano, por no saber pintarte con la gracia de los ángeles, así que levanté mi cama, y la dejé caer para romperme el dedo del pie.
Recuerdo que no quería salir de casa porque el colegio no me gustaba, mis amigas se mofaban de mis faldas, y me corté el pelo a lo frankenstein en su resurrección. Y mi madre decía: "con esos pelos no sales de casa" ¿te acuerdas?

-Sí, me acuerdo

--Un día mi pecho se volvió monótono, y quise arrancarme el corazón, pensaba que era como un reloj al que podía darle cuerda, qué gracia ¿es gracioso, verdad?

También me acuerdo, sí, ¡es verdad! de que quise volar cómo tú solías hacer, cómo volabas, era impresionante, pero después me di cuenta de que no podía hacerlo, aún atándome una cuerda al cuello.

-Sí, es cierto, yo estaba presente.

--No lo entiendo, y el día del charco de sangre, eso no lo recuerdo.

-No te preocupes, yo te lo cuento. Cogiste unas tijeras, me quisiste romper en mil pedazos, pero te equivocaste de pájaro, ante la furia de mi engaño, que tú misma planeaste, creaste tu epitafio. Te clavaste, una y otra vez, las tijeras que utilizabas para recortar tu más preciados dibujos. No cesabas, cada vez las heridas eran más profundas, creando un lago de sangre, pero de tu garganta no salio ni un mísero lamento, grito o gemido. Todavía no sé cómo, pero llegaste hasta la cama de tu padre, y allí te desplomaste, para... no levantarte, jamás.

--Qué dices, pero si ahora estoy de pie ¡estás loco!

-Tú padre te llevo al hospital, es cierto, pero tú ya no regresaste.

Tú padre te dibujó, porque sabía que el dibujo era tu pasión. Le pusieron al dibujo un hermoso marco y lo colgaron en la pared. Es lo único que queda de ti en esta casa, todo lo demás fue quemado, porque pensaban que se podía contagiar tu enfermedad.

--¡Estás loco! No quiero escuchar más.

-¡Estás muerta! y después de tres meses has podido hablar conmigo, porque el viento me ha traído.

--¡Pájaro inmundo! Te voy a arrancar el pico ¡cállate!

-Mírate bien, sólo eres un dibujo, y yo también. Tú me dibujaste para liberarte de presiones y tensiones familiares. Las discusiones de tus padres, la mofa de tus amigas, los sobresalientes que no llegaban, tu belleza infantil perdida, tu lenguaje pueril...

Conrad Roset

Me hablabas todas las noches, tu sonrisa me encantaba. Me contabas tu día a día, cómo si de una batalla de piratas se tratara ¡hasta me metiste debajo de tu almohada! Tú padre no lo ignoraba, pero jugaba al juego de la ocultación con tu madre, propio de padres ¡si supieran ellos el daño qué hacen con esos dichosos juegos!

 Yo representaba tu esperanza y tus anhelos, hasta que un día viste salir del cuarto de tu madre un hombre lánguido, estremeciéndose por todo el pasillo de tu casa, saliste para comprobar que era tu padre, pero no era. Los gemidos de tu madre te ensordecieron,, no pudiste soportar tal traición. Tu padre estaba a punto de llegar, la mesa estaba puesta para cenar los tres, y allí lo mataste, con las mismas tijeras que después utilizarías para cortarte en pedazos. Tu madre salió despavorida ante horrenda escena, pero enmudeció, escondió el cadáver como pudo, y te protegió. No se lo contó a nadie, nunca lo contó.

Al día siguiente rompiste tu traje de huertana, y a mi, dejaste de hablarme para empezar a odiarme. Dibujaste otro dibujo exactamente igual al mío, y a mí me guardaste en tu pequeña cabaña del árbol que hay en tu jardín. Y ya para que contar más...

¡Ah sí! que el viento me trajo por casualidad aquí, me dejó en la puerta de tu balcón, y es así como empezó nuestra conversación.

--No cuentes más, pues si dibujo soy, ya no quiero hablar más. Viviré en mi marco, viendo la vida de otras personas, arrepintiéndome de mis actos, alegrándome de los buenos gestos, supongo de familiares, invitados u otros ciudadanos. Trataré de enmendar mis trazos...puedo.

-Puedes.



sábado, 21 de noviembre de 2015

FOD

Teniendo en cuenta a Pepe, el PC,
Cartagena-Águilas, Ikea, la Catedral,
y a los albañiles, que dejan en el
paso los materiales inciertos, para 
construir una armonía que se sujeta
lejos del suelo...

Coger lo deshecho, lo sucio, lo viejo,
crear un hogar, un refugio, un encuentro,
fuera de ruidos, estaciones y establecimientos.
Cerca de un sol, lejos del infierno.

¡Qué nada quede sujeto!
Sólo el aburrimiento ante el sufrimiento,
para ponerlo en suspenso, 
tensión del sobrecogimiento.

FOD
¡Qué todo quede sujeto! 
al esfuerzo, para convertirlo en alumbramiento,
de puertas, ventanas y vigas de apuntalamiento.

¡Fuera raíces! para alzar el vuelo,
¡Fuera espacios limpios! de mantenimiento.
Qué se aproveche el sobrante de tu atuendo,
para quitarte el velo.

Juega en laberintos de espacios sin dueño,
sé invita a ello, paredes de colores, perspectivas
que te invitan a un sueño, volver a una infancia
de rectas líneas y difusas rampas, que ocultan
oberturas de exactitud ante un mundo en calma.

Dibujar, pintar... en la rectitud,
de unas líneas, que no van a dejar de avanzar.
Construir... moldear, para que empiece a
sobresalir una cierta dignidad, 
Tapar... sujetar, vías por las que escapar.

¡Ven y descubre lo fácil que es vivir entre
paneles, paños y demás envueltos,
rozando el cielo!
¡Ven y descubre también, lo fácil que es construir
ciudades que nos rompen el sueño,
sin sentido a un cierto respeto.


viernes, 20 de noviembre de 2015

Una historia verdadera


Manuel Pérez
Te alejas con la intención,
de adentrarte aún más
en su más alta estela de
cortinas, rayas y estrellas.

La distancia te hace partícipe
de colores multiplicados en
los pies de una ciudad escondida,
por los rayos de un arco iris,
apagado por la contaminación
de una luz que mira a otra dimensión,
que no se acaba de mostrar.

Rostros hermosos que no te miran,
para que no les dejes de observar.
Gatos de escombros para que nazca
un crepúsculo nuevo,
que no se acaba de crear.

Siento la grandeza de un
hogar de retiro, en el que
el soplo de mi aliento, hace
de humo de una chimenea
que no se acaba de apagar.

Siento que la mediocridad
no cabe en este lugar,
de grandes cuadros que te
llenan en el despertar que está
por llegar, de ahí que este sitio
no se acabe de llenar.


¡Qué bonito es el amor!

¡Qué bonito es el amor!
hasta que tienes que limpiar la casa
para mantener el ansia.

¡Qué bonito es el amor!
hasta que tienes que arreglarte
como un pavo decorado
antes de ser matado.

¡Qué bonito es el amor!
hasta que tienes que leer a Sócrates
para demostrar tu intelecto
en un juego de mates de un insecto.

¡Qué bonito es el amor!
hasta que tienes que mirar tu bolsillo,
para que no se rompa en el suspiro,
de comprobar que puedes seguir el ritmo.

¡Qué bonito es el amor!
hasta que tu juego de piernas provocan
un nudo de manos y caderas
que no se encuentran, para ocultar unas
carnes ya no tan prietas.

¡Qué bonito es el candor!
Si pudiera mostrarte mis arrugas,
mis pelos, mis desvanecimientos,
mis meteduras de pata, mis peores
pensamientos, mis vientos...para mostrarte
¡qué bonito es el amor! si todavía
te dura el sentimiento.






jueves, 19 de noviembre de 2015

Para ti Lucía

Miro, e intento responder,
el por qué de la preocupación de mis padres.

Juego con mis manos sin saber,
el por qué del color de mis labios.

Beso a mis amados para dejarles
un rastro de mi azul terciopelado,
para que haga juego con su rojo anaranjado,
hasta desvanecer de cansancio.

Sigo mi camino con ayuda
de médicos y amigos.

Ondeo mi bandera de colores,
que mis besos han construido,
junto a tu piel,
para prestarme abrigo.

Por eso te pido, que me quieras,
con el rojo de tus venas que yo
todavía no he conocido.

martes, 17 de noviembre de 2015

He muerto, para matarte a ti

La música invade mi cuerpo,
y se funde con el fuego que está adentro.

Los gritos se convierten en melodías,
de empujones, insultos, espanto y atropellos.

París 14-11-2015
Sonidos dispersos, miradas confusas,
cuerpos en el suelo deshechos.
Rojo y negro, tiñe mi lamento,
mi cuero de pensamientos.

Sangre brotando de los manantiales,
de los sin consuelo.

Muertes que salen a escena sin ensayar.
Últimos besos que se dan, para dejar
descansar una boca, que ya no cantará jamás.

¡He muerto! !me mataron!
¿Oyen los que no están aquí adentro?
¡Qué vivan mis verdugos!
si todavía queda aliento, en este concierto.

¡Me convertiré en llama de una vela!
oscurecida por el fuego que queda,
para alimentar el liberto, que nos llega.

¡He muerto! todos al suelo,
qué mi vida ya no va entender más,
de religiones, hampas y demás envueltos,

¡He muerto! todos que miren al cielo,
pues, he muerto para matarte a ti,
si lo justificas con tu credo.






Agua cayendo

Amore

Agua cayendo al foso de un bien inesperado,
de júbilo y alboroto, de nuestra tierra en esbozo.

Sol penetrante, que te abraza y te invita a quedarte,
para elevarte a unos placeres, poco conocidos en el arte.

Ruidos incesantes, que juegan hasta el alba,
para hacernos participes de nuestra más
alta lealtad, a todo aquello que no hallemos en controlar.

Pies, manos, cintura y cuello, en el estrecho pecho,
de sentimientos que siguen el curso, de otra vez, 
esa agua cayendo, a los cielos de un universo paralelo,
dónde nos espera, la complacencia sabia de nuestros abuelos.

¡La más bella de las batallas! será ver, estamentos de infiernos,
en unas alturas que provocarán, sus más helados inviernos,
destrozándolos bajo, de otra vez, ese sol penetrante, que hará
mostrar, la más bella de las sonrisas,  jamás ganada, en un instante.

Destapa

Ryuichi Sakamoto

Tapa lo que se oculta,
con viejo lamento,
en un mundo de sonetos eternos, sin dueño.

Tapa lo que se oculta,
con nuevo aspaviento,
en un mundo de cantares ecuménicos, sin un sueño.

Tapa lo que se oculta,
con vejez, desprendimiento, desconocimiento,
en un mundo de viajes sin regreso.

Tapa lo que se oculta,
pañuelos ocultando rostros oriundos de pobreza,
en un mundo de danzas populares sin fronteras.

Tapa lo que se oculta,
juventud sin cabeza cuando algo desespera,
en un mundo de juegos infantiles sin inocencia.

Destapa lo que se muestra,
edades mezcladas en bien de una lengua que crea.

Destapa lo que se muestra,
caricias prohibidas debajo de una sentencia.

Destapa lo que se muestra,
la sonrisa de un anciano cuando se le tiene en cuenta.

Destapa lo que se muestra,
una vida que camina para salir de una puerta.

Pero ¡por mi eterna esencia suplico, exclamo...exijo¡
que ni se tape, para no ser destapado, una patria nueva
que sostenga la mano del inocente en guerra.


miércoles, 11 de noviembre de 2015

Un día de lluvia en Murcia

Te diriges a la calle, sabes qué no debes hacerlo, pues todo no es cierto, pero ya estás en la puerta.

Sales a la calle, sabes qué no debes hacerlo, pues todo no es cierto, pero tu cuerpo empieza a jugar con su contoneo.

Te mueves por la callejas, sabes qué no debes hacerlo, pues todo no es cierto, pero tu ser se acostumbra al reto.

Te mojas, está lloviendo, sabes qué no debes hacerlo, pues todo no es cierto, pero tu piel reclama el agua del cielo.

Te paras, sigue lloviendo, sabes qué no debes hacerlo, pues todo no es cierto, pero tus ojos exclaman una visión olvidada en el viento.

Caen las gotas de lluvia, primero tardamente, parecen querer domar mis cabellos, mis pechos, mis manos, mis pies encharcados.

Sigue componiendo su lírica el cielo, con truenos y relámpagos a juego, mi oído no puede escuchar un sonido más bello.

Ahora presta la lluvia en caer, quiere romperme para verme desvanecer, pero disfruto porque lo único que cae es mi hiel. Mis ojos me pesan, los líquidos se mezclan, quieren abrazarse, quieren sentirse únicos en un mismo espacio, pero siempre fuera, fuera de una era.

Mi piel se viste de tormenta, mi alegría aumenta, vienen toda clase de recuerdos tardíos, dejas de ser tú, te conviertes en la niña de tu más querida infancia. Los charcos se convierten en barcos, que te llevan al puerto de un alba, que ya no evocas.

Para la lluvia, tu mirada baja, dejas de ser niña, todo cambia, todo continua igual, se acabó tu vals de agua... ya vuelves a seguir a la manada.



domingo, 8 de noviembre de 2015

El solsticio de una cabeza

Cocinando con paciencia, mi vida se presenta.

Un muro solsticial por escalar o derribar, en la temprana existencia de una moralidad.

¿Cuándo alguien hace merecer, posibles coleadas a recoger, por las ansias a envanecer?

No me mires, si me estás viendo, entre vientre y pecho,
No descanses, si estás presumiendo, de tu atuendo de piles curtidas al viento, por la sal y el pensamiento.

No hagas de la proyección acimutal de mi cabeza un círculo de rumbo tomar, si la estola que me viste, no hace honor al brillo de la conciencia en su devenir a endulzar. A endulzar soles de primavera con un otoño sin dejar escapar, en la temprana edad de una infancia surgida en el réquiem de la soledad.