domingo, 10 de abril de 2016

El nacimiento de los derechos humanos



Butaca tres, fila diez. Aplausos en directo. Cocinas paradas. Luces apagadas. Empieza la función.

Bailes de países cogidos de la mano sin llegar a tocarle las narices al actor que está realizando la función. Espectadores espetando.

Alemania con Argentina, Chile con Honduras, España con Francia, Estados Unidos con Reino Unido, Rusia con Arabia, Macedonia con Chipre, Italia con Grecia, Israel con China, Japón con Pakistán, Rusia con Sudan, Egipto con Irlanda..

Mucho ruido y muchas nueces. Los países se preparan para saludar a los espectadores después del baile. Un espectador perplejo, se levanta de su butaca, mientras arroja una sonrisa de primavera de alta madrugada.


De repente todos callan, con una angélica humildad el regidor sale a escena. Alguien ha tirado una toalla blanca y le ha dado en la cara a Rusia mientras saludaba. Todos miran al actor. Éste calla y sigue con la mirada al regidor, para saber dónde va a guardar la toalla.

Un muerto aparece bajando por una cuerda. El muerto parece real. Los actores lo abrazan y lo desnudan a la misma vez que cantan. 

Sale un actor joven moreno y apuesto. Hace una aparición estelar con el cuerpo totalmente desnudo (o aparentemente desnudo). Dando vueltas sobre sí mismo se viste con las ropas del muerto, alejándose de los países del mundo.

Una vez vestido, el actor se acerca a una niña rubia de ocho años, que también a salido a escena con anterioridad, y le pregunta:

"¿cuántos años te quedan de vida, si mi ropa no es mía?

La niña le contesta:

"¡Ojos grandes son los tuyos, que te visten cuando estás desnudo! No era necesario cubrir tu cuerpo con ropa que no era tuya, por ser de otro que ya no tiene vida. Esa ropa te contamina. Debes de quitártela y simplemente hablar con la mirada. Nadie se dará cuenta de que estás desnudo. Todos te observarán anquilosados en sus posturas acérrimas de altos vuelos, mientras tú le levantas un lucero, en cada cuervo de palabras que bailen en el aire para formar sus frases. Así seguirás con vida. De lo contrario, esa ropa se hará tuya con el paso de algunos años, siguiendo tú, la misma suerte de este muerto que está ahí yacido"

La niña se acerca al muerto y le cruza los brazos y le cierra los ojos. Le da un beso.

El actor joven le reprocha:

"¡No contestas a mi pregunta!"

La niña cabizbaja, oriunda de una soledad que no es suya, lo mira, lo abraza y le pregunta:

"¿No te has percatado de que estoy vestida?"
" Mi vida se acaba, porque mi padre me quiso ver vestida. Nací para morir. Ese es mi destino. Pero no es el tuyo. Yo no tuve opción. A los seis años de edad me pusieron las ropas de mi prima Alejandrina. Tú sin embargo te vistes solo para estar solo. Has muerto. Vete porque ya no puedo seguir hablándote."

El actor joven le coge de la mano, le seca las mejillas, y con una voz trémula, le susurra:

" No te preocupes por mí. Quiero correr con tu misma suerte"

-Suena una música armoniosa, y los países comienzan a bailar  alrededor del actor joven y de la niña, formando un círculo.- -El actor se gira dirigiéndose a los países-

" Quiero morir, porque he vestido con ansia y desesperanza ciento de lugares. Pero mi destino ha acabado, en el mismo instante que ha comenzado este baile."

-El actor se gira y besa en la boca a cada país-.

"Yo soy el hambre, niña, y te puedo asegurar, que conozco bien, a cada uno de los que bailan aquí. Quiero, morir, sí. Yo quiero morir, pero antes de mi muerte te aseguro que te desnudo a ti."

La niña se torna en morena, y piel se le vuelve negra. Y contesta:

"Yo soy la esperanza y mi muerte estaba asegurada. Sin embargo tú me dices que voy a vivir. ¿tan seguro estás?"

El actor joven la arropa y le dice:

"El hambre hace milagros, niña. Y tú simplemente vas a ser el mío. No busques explicación donde no la hay. Yo tampoco voy a ser capaz de comprender. Pero ha de ser."




De repente se escucha un canto de la antigua Grecia, y aparece en el escenario una señora mayor de pelo corto, de aspecto elegante e imponente. Muestra un look de los años cincuenta. Sonriente, enérgica y con don de mando se dirige a ellos y les dice:

" Mirar chicos, el hambre ha de morir para que la esperanza viva. Y yo voy a ser la "suerte" que hará suyos, los méritos escombrosos de quitarle al hambre su don de la dignidad. Por eso mis queridos, yo hago mi aparición, pero en cuánto yo desaparezca volverá a vestirse este muerto (señala con desdén al muerto) con sus propias ropas, y todo comenzará de nuevo. Os adelanto que no suelo durar más de una década."

Al decir esto, sale un niño de diez años corriendo desde los bastidores gritando:

" Y mi padre, ¿dónde está? ¿Por qué está tumbado? ¿Está muerto? !Maldecidos! ¡El poder nunca debe morir! ¡Yo iba a ser su política! ¿No le entendéis? ¿Pero mamá que haces aquí? (el niño mira a la señora)

-Todos los países se paran bruscamente y exclaman un gran "oh".-

-La señora actriz sonríe jocosamente con ironía, y exclama dirigiéndose al público:

"¡Qué mala suerte! "

El niño exclama:

"¡Ah! ¿Qué? ¡Ya has vuelto a matar a papa, otra vez! ¡Ahora a esperar otra década para que vuelva a renacer!

La señora actriz le contesta:

"¡Niño calla! ¡no le des esperanzas al hambre! 

"¡Venga, vayámonos todos! y ya dentro de una década, arreglamos cuentas" 
Dice mientras echa a empujones del escenario a todos los actores."

 Cuando se queda sola, se apagan todas la luces, y dirigiéndose al público dice mientras suena una canción de ABBA:

"Lo siento, yo maté al poder. Era necesario para poder... para poder conocer a la dignidad de la humanidad. 

Sale a escena un atractivo hombre de sesenta años, la dignidad humana. Se dirige a la suerte y le dice:

"Vamos cariño. Tenemos que disfrutar del tiempo que nos puedan dejar, ahora que el mundo se ha enterado" He de decir que siempre he estado enamorado de ti. Tú eres mi suerte (le coge cariñosa y caballerescamente  las manos a la suerte, y se las besa) No me arrepiento de nada. Te quiero, eres una mujer muy valiente."

La suerte contesta:

"Sí querido, vamos. Estoy segura, ahora que estamos juntos, que mi hijo te terminará apreciando. ¡Quién sabe! incluso puede llegar a quererte como a un padre." 

La dignidad le tapa la boca con un dedo y le dice:

"¿La política? ¡Calla! No hables más. Ahora nos toca vivir a nosotros. Tarde o temprano nos terminaran aceptando"

"Te quiero"

La suerte susurra lentamente mostrando un gesto de madurez:

"Te quiero"

Los dos actores abandonan el escenario cogidos de las manos mientras se baja el telón.
Suena una voz en "off" 

"Con el paso de los años la suerte y la dignidad de la humanidad tuvieron 30 hijos. Nacieron en París. Les pusieron a todos por nombre "derechos humanos". Les hicieron una declaración universal en sus nacimientos, siendo la madrina una buena amiga de la familia, la ONU. Y así termina esta historia. Por ahora.




(Para una función de la ESO)














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