sábado, 10 de junio de 2017

Qué mañana no es tarde

En algún rincón de mi país, un niño
soltó un globo amarillo de plástico.
No fue a parar a la mar, tan ilógicamente
acabó cerca de mis pies, cuando yo me
dispuse a andar. 

Ni desinflado pudò parar ya de rodar, 
pues el viento lo llevó a ese horizonte dónde 
no existen ni manos ni pies, que lo puedan sujetar.

Barcos hundidos, la historia en curso, valles
perdidos, mareas sin sentido, nace un nuevo
día, pero sigue en mis pies ese plástico amarillo.


No creas que dudo, que Dios existe en mí, 
y en mi voluntad, para que haya una libertad,
qué mañana no es tarde para volver a empezar.

No te apures, que un Rey dará cuenta, de que sí
es verdad de que existe una paz, y está al llegar,
qué mañana no es tarde para volver a empezar.








No hay comentarios:

Publicar un comentario