jueves, 29 de junio de 2017

Qué sé lo que es estar sin ti

No sé donde voy con tanta celeridad, ni Joaquín Sabina me sabe parar. Pero es así, la celeridad me come a mí. Escribo sin pensar, si la cola de mi gato me deja continuar. A él le gusta verme trabajar, y cada vez que activo mis sentidos, su cola no me deja en paz. Aún así actúo con celeridad, pues mi cuerpo y mi mente no me dejan descansar.

El tiempo misteriosamente desaparece en mi casa, nadie sabe donde va, ni él mismo encuentra su lugar, cuando las horas me comen sin saber realmente qué es lo que he llegado hacer. El tiempo en mi casa es un pozo sin fondo, se esconde, para luego aparecer de la nada. No existe y de repente me da la espalda cuando llego tarde a tu casa.

Tarde o temprano algo debería pasar, olas engangrenadas, anclajes revueltos de callampas al viento. Hongos que dicen la verdad, setas que transpiran tu sudor porque no saben donde van. Es curioso estos boletus de la suerte, que maldicen tu pasado si no encuentran su camino en él marcado.

Pero sube el perenne, per-enne, marcado por el rictus mórbido de la suculencia de la más apetitosa vida. Vida que sube y baja al ritmo de sus machacados latidos. De repente está arriba, y cuando te descuidas baja, sin motivo alguno, porque el placer unido con la hambruna de la ansiedad, juega un papel marco en las recónditas madreselvas, dónde se esconden las Agaricales como perlas en la sombra de tu maleza.

Qué quiero ver tu sol en tierra de guerra, que mis zapatos me lleven limpia al barrizal de las balas perdidas que no matan a los amantes que se ocultan en la oscuridad. Qué quiero coger los barrotes de una cárcel de Turquía o Afganistán, mientras tu coges mi cintura por detrás. Qué quiero que te tumbes sobre mí para besarme los ojos en un campo de refugiados mientras nos protege la ONU. Qué todos debemos de salir del armario con orgullo o con la templanza de la bomba que caerá. Qué se lo que es ser amante de ti y de la soledad. Qué ser lo que es pasar hambre de ti y  de la soledad, Qué se lo que es ser nada de ti y de la soledad. Qué sé lo que es esconderme de ti y de la soledad, sociedad bien marcada. Qué sé cómo suena el aplauso rotundo del que me odia, y el apedreo del que me ama.



Y es así, cómo una se concentra antes de escribir, escribiendo lo primero que le viene a la mente. Mente peligrosa o de verdad, que sin ser sincera no oculta mentira alguna del desprecio hacia la escasez de la vida. Vida que da juego a un tablero de pañuelo entero, que tú utilizas si no escondes la mano para escribir mis líneas, que inundan mi ascensor

Y es que todo es relativo, y eso es lo único que se puede demostrar, para que deje de existir toda congruencia, y poner en juego aquél tablero. Y es que la vida es corta o larga, según se mire, pues los días de orgullo son para vivirlos o por lo menos para sentirlos. Qué no pongan en juego a los refugiados de lo que puede ser real, que yo quiero vivir aquí, en Siria y en el más allá.

sábado, 17 de junio de 2017

OTRO LOBO ROJO ATACA



Ayer me encontré un lobo, era pequeño,
de color rojo. Lo metí en mi bolsillo, y el
muy sinvergüenza se quedó durmiendo conmigo,
toda la noche, hasta que me despertó su suspiro.

Me habla todos los días. Yo le acaricio, y acerco mi
boca para besarlo, mis sentidos se nublan, y es entonces
cuando le hablo, hasta que me hace callar con su
silencio.

Mañana hace ya diez años que estamos juntos. Él
cada día más pequeño, porque mis palabras lo
envuelven en la aureola de la intransigencia del
que tiene el poder para su carga.

Sé que hoy hemos compartido prácticamente una
vida juntos, pero sin darme cuenta, ha hecho de
mis ojos visión de grafeno, que me impiden ser
persona y piel al mismo tiempo.

Dentro de un tiempo será mi entierro, pues he
vivido en la jungla del tiempo, junto con mi
lobo hambriento. Me ha despedazado cruelmente
sin que  ni someramente yo lo haya apreciado.



Mi boca sangra, mis oídos zozobran sin tímpano.
Ya no hay lengua, ni lenguaje, en el escritorio de
la pluma de su samblaje. Ha arrancado mi sentido,
recubriéndolo con dovelas en la sima de su locura.

Y será entonces cuando el peligro aceche sin dueño,
poniendo carteles de ¡cuidado, se ha escapado de nuestros
oídos otro lobo hambriento, y anda suelto! ¡Escóndanse
en lugares seguros, pues ataca cuando ustedes se quedan durmiendo!.

Y será entonces cuando se vaya con cualquier alma
extranjera, para vivir de nuestro cuento, pues
él es un teléfono móvil libre a los cuatro vientos, despierto
y muerto, pues a la inteligencia ya se le empieza a quedar pequeño.




sábado, 10 de junio de 2017

Qué mañana no es tarde

En algún rincón de mi país, un niño
soltó un globo amarillo de plástico.
No fue a parar a la mar, tan ilógicamente
acabó cerca de mis pies, cuando yo me
dispuse a andar. 

Ni desinflado pudò parar ya de rodar, 
pues el viento lo llevó a ese horizonte dónde 
no existen ni manos ni pies, que lo puedan sujetar.

Barcos hundidos, la historia en curso, valles
perdidos, mareas sin sentido, nace un nuevo
día, pero sigue en mis pies ese plástico amarillo.


No creas que dudo, que Dios existe en mí, 
y en mi voluntad, para que haya una libertad,
qué mañana no es tarde para volver a empezar.

No te apures, que un Rey dará cuenta, de que sí
es verdad de que existe una paz, y está al llegar,
qué mañana no es tarde para volver a empezar.